La suerte de la zanahoria envenenada.

Mar 18, 2016

 18 de marzo, 2016

Por estos días casi no hay asunto que mueva más el debate que la visita a Cuba del presidente Obama. Se dice que es esta una acción de marcada importancia dentro de los esfuerzos de su administración para alcanzar la “normalización” de relaciones con el estado y pueblo cubanos.

A escasas horas para que inicie el evento referido se adoptan decisiones políticas que buscan realzar la figura del dignatario. Tales pronunciamientos se alinean con todos los realizados desde el propio 17 de diciembre de 2014, en los que sin ambages ni sonrojo declaran el objetivo de derrocar a la Revolución cubana mutando estrategias.

Nada de lo dicho resulta nuevo. Sin embargo cabe repasar los hechos en tanto nos atañe a los revolucionarios profundizar en el conocimiento de las interioridades del enemigo que reacomoda sus posiciones en su afán de conquista. Precisamente es en ese sentido que escribo estas líneas.

Antes del vuelco a más de medio siglo de “política de línea dura” contra Cuba, se advertía en el estudio de propuestas del tanque pensante “Brookings Institution” (cuya hoja de servicios lo coloca entre la vanguardia de este tipo de instituciones) animosas recomendaciones al ejecutivo para un cambio de política hacia nuestro país, enfocadas en rescatar la posibilidad de lograr su descalabro habida cuenta del evidente fracaso de la política de bloqueo junto al reconocimiento de la pérdida de liderazgo del gigante del norte en la región y a escala planetaria. Lo ocurrido desde el 17 de diciembre hasta la fecha confirma que esos “consejos” fueron muy bien escuchados. Prácticamente los pasos dados por el ejecutivo norteño han seguido a pie juntillas las valoraciones de sus expertos.

Más allá del lenguaje académico, en los juicios de los ideólogos pensantes se perfila una expresión descarnada de las “buenas intenciones” del imperio hacia nuestro pueblo que develan muy claramente la verdad de los Estados Unidos, aún cuando los artículos se declaran como manifestaciones individuales de los expertos en tanto se descartan como pronunciamientos institucionales. Los ingenuos y los desconectados deberían echarles una ojeada para despabilarse o sencillamente enchufarse.

En octubre de 2015 Ted Piccone publicó el artículo “Los obstáculos culturales a las relaciones EE.UU.-Cuba” (Cultural obstacles to U.S.-Cuba relations). Varias ideas expuestas expresan inequívocamente cuán interesados están en “ayudar” a los cubanos:

  • “(…) los niveles de remesas sin topes, favorece no solo a las familias cubano-estadounidenses, sino también a ONGs de América y filántropos para inyectar capital en el sector privado emergente de Cuba (…)”. Esto unido a la medida anunciada el pasado 15 de marzo allanan el camino para financiar a los actores en su visión de ruptura del socialismo cubano.
  • Hace una apología al supuesto poder “evangelizador” del ciudadano norteamericano al decir que una vez en la isla en número abrumador convertirán al proyanquismo al pueblo cubano; que ante su presencia “divina” y consumiendo sus productos comunicacionales en las redes por conexión Wifi y de la industria de Hollywood dará la espalda a la Revolución. La visión mesiánica y discriminatoria que les caracteriza remite al proceso de conquista de los europeos sobre los pueblos originarios del nuevo mundo. Tal es el lugar que nos reservan. Olvida este “experto” que trata con un pueblo generoso, respetuoso, pero combativo, patriota e implacable cuando de defender la patria se trata; que ha luchado y sufrido por conservar la libertad y dignidad de las que disfruta, y está dispuesto a perecer por ellas.
  • Declara abiertamente que si Obama quiere apuntalar su legado debe demostrar con prontitud que está resuelto a lograr los fines planteados con su política haciéndose acompañar de todos los soldados de su legión, en sus propias palabras: “(…) Esto incluye no solo el sector emergente y todavía luchando con licencias de pequeñas empresas necesarias para absorber a los trabajadores estatales, sino también a los activistas de la oposición cuya base de los derechos políticos y civiles el gobierno sigue negando(…)”.
  • Asume como poco probable que los miembros de la mafia de origen cubano en Miami en el corto plazo sean bien recibidos en Cuba pero no descarta que sea posible más adelante. No repara en cuánta sangre mancha las manos de esos individuos, cuánto dolor de las familias cubanas pende sobre sus conciencias que no los hace merecedores de regresar a este suelo.
  • Da por sentado que ya se presenta un escenario de tensiones políticas ilustrativas de erosiones en la unidad de nuestro pueblo. En ese marco refiere que las jóvenes generaciones huyen de las restricciones del gobierno. Alude a líderes religiosos, académicos, artistas entre otros que en su visión ya fungen como agentes de cambio desde adentro y sentencia que el elemento más importante en el juego son las mentes y los corazones de nuestros líderes, a su vez el más difícil de penetrar. Véase en esto la falacia, resulta que está amenazado el más elevado pilar que sustenta a la revolución; nuestros jóvenes se distancian de las más experimentadas generaciones mientras reconoce que buscan socavar el país penetrando nuestras filas. ¡Qué buen vecino! Al parecer no conoce el “ilustrado” las reservas de honor y dignidad que laten en los corazones y las mentes de este pueblo y especialmente de sus jóvenes que seguimos y aprendimos de nuestra historia, de Martí, Fidel, Raúl y el Ché cuánto pesa el patriotismo. Desconoce que la historia reciente de Cuba ha sido protagonizada en indisoluble unidad por el pueblo que recibirá a Obama; que cree en la Revolución por decisión propia de cada cubano digno y no por decreto alguno.

Otro artículo del mismo autor, esta vez del 18 de febrero del presente año que tituló “Obama a Cuba: Una apuesta para poner fin al embargo” (“Obama to Cuba: A gamble to end the embargo”) evalúa lo que hasta ese momento debía acontecer en Cuba para que el presidente Obama visitara nuestro país, refiriéndose específicamente a un mayor acceso a internet y reformas en el área de los derechos humanos, sin apreciar avances en lo último de acuerdo a los cánones que lógicamente defiende y sobre lo cual gravitan profundas diferencias antagónicas.

Acuña que Obama goza de una alta popularidad en Cuba y según sus propios términos, como si fuera el vencedor que impone a los vencidos sus designios expresa sobre este que:

  • “(…) planea presionar a Cuba para abrir nuevas oportunidades de negocio de EE.UU. y que sea más fácil para el pueblo cubano tomar ventaja de un mayor compromiso con los viajeros y las empresas estadounidenses (…)”.
  • “(…) Es importante para él hablar sobre la necesidad de la liberalización económica y política, pero esto tendrá que ser redactado con mucho cuidado de respetar la independencia y la soberanía de Cuba. Esto se puede hacer recordando a Cuba de sus propios compromisos con las normas internacionales de derechos humanos (…)”.
  • “(…) Es también esencial que hable de una manera sin restricciones directamente al pueblo cubano y se reunirá con diversos elementos de la sociedad civil (…)”
  • “(…) Sería sorprendente si la visita del presidente Obama tuviera alguna influencia directa sobre el resultado de las reuniones del Congreso del Partido, pero podría jugar un papel importante en la aceleración de las reformas en ambos lados de maneras que afectarán la relación EE.UU.-Cuba en los años venideros. (…)”
  • “(…) La cuestión es lo que sucede después, sobre todo antes de las elecciones de noviembre. En un frente relacionado, el presidente Obama es muy popular entre sus pares de América Latina, lo que le da cierta influencia en la región, incluyendo a instarlos a presionar a Cuba para acelerar las reformas. (…)”
  • “(…) En suma, hay un juego de más tiempo aquí que requiere paciencia estratégica.”

Más allá de los individuos, quien se expresa en estas instituciones académicas es la ideología imperialista yanqui que no desiste en acecharnos porque es su naturaleza y porque la obcecación contra la Revolución Cubana es visceral, lo que determina que su política hacia Cuba se erija bajo los principios de una filosofía de castigo. Agotado el camino de la agresión abierta y violenta toman el atajo de penetrarnos, de dividirnos para sembrar la desesperanza y desmovilizarnos. Las muchas y contundentes derrotas sufridas en más de medio siglo de asedios contra Cuba en disímiles terrenos no han rebajado las ínfulas de este soberbio gigante. Se encuentran estos eruditos del espectro académico norteamericano entre quienes inoculan el veneno en las zanahorias que con sonrisas de aparente buena voluntad ofrecen al valeroso pueblo cubano. Solo los incautos y los traidores conjurados se servirán de ellas. Nada podrá lograr el enemigo ante el espíritu espartano de los verdaderos patriotas. En algo tiene usted, alto miembro Ted Piccone, justa razón: serán muchos los trompicones que les aguardan; tantos que alcanzarán para otros 57 años y más allá.

(Tomado del blog micubaporsiempre)