La ruta del dinero de la guerra no convencional de Estados Unidos contra Cuba

Mar 08, 2021

Durante la administración del expresidente estadounidense Donald Trump (2017-2021) no solo se aplicaron más de 200 medidas y sanciones contra Cuba, sino que también se incrementaron las acciones subversivas, con el objetivo de imponer la política hegemónica estadounidense.

Basta dar un vistazo a la página web de la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por su sigla en inglés) para darnos cuenta de cuántos dólares recibieron –solo en 2020- organismos, instituciones y medios de prensa que buscan subvertir el orden en la Isla caribeña. Contra Cuba, la NED, junto a la Usaid, han servido de fachada para las acciones de la CIA, y de canal para los fondos que financian a la contrarrevolución.

La NED es una organización que por su denominación se considera no gubernamental; sin embargo, las más de 1 600 subvenciones que otorga cada año supuestamente «para apoyar los proyectos de grupos no gubernamentales en el extranjero, que trabajan por objetivos democráticos en más de 90 países», salen de los fondos del gobierno de Estados Unidos. Definitivamente, muy cuestionable la categoría de no gubernamental.

Entre las entidades a las que la NED subvencionó el año pasado, está el Centro Latinoamericano para la No Violencia, radicado en Estados Unidos, que recibió más de 48 590 dólares para difundir el accionar de una supuesta Coalición de Trabajadores Autónomos de Cuba.

También se encuentra Investigación e Innovación Factual A.C., radicada en México y receptora de 74 000 dólares, dirigidos a seleccionar, capacitar, asesorar y entrenar a «periodistas independientes cubanos».

Cubalex, «una asociación sin fines de lucro, que a través de la ley nacional e internacional (supuestamente) defiende y promueve los derechos humanos», recibió 150 000 por documentar y denunciar falsas violaciones de derechos humanos en Cuba.

Unos 110 000 le tocaron a la Fundación Cartel Urbano para que «empoderara» a los artistas cubanos y «creara conciencia sobre el papel que tienen los representantes del hip-hop en el fortalecimiento de la democracia en la región». Entre las cifras más altas, se encuentra la recibida por el Instituto Nacional Demócrata para Asuntos Internacionales, que asciende a 500 000.

La lista de instituciones es muy extensa y con objetivos muy claros, como fomentar el pensamiento y la escritura «independientes» en Cuba; monitorear y sensibilizar internacionalmente sobre «la situación» de los derechos humanos en la nación cubana; brindar apoyo legal y financiero a periodistas y blogueros «independientes»; apoyar las actividades cívicas realizadas por activistas de la «sociedad civil» cubana; proporcionar, a los «defensores de derechos humanos», equipo técnico para documentar la vida en Cuba y transmitir información a organizaciones y actores externos; crear conciencia sobre la «represión» dirigida a escritores, artistas y músicos «independientes», a través de campañas en línea, entre muchas otras acciones, hasta llegar a cifras millonarias.

Todo esto está muy a tono con lo que anunció, el 3 de marzo, el Secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, quien aseguró, en su primer gran discurso desde que asumió el cargo, que la Administración Biden buscará cambiar el rumbo de las «costosas intervenciones militares» y de las políticas destinadas a un cambio de régimen en otros países. Nada, que ahora su santo y seña será la Guerra No Convencional, por la que sufrimos los cubanos hace ya varias décadas.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los responsables políticos estadounidenses recurrieron a medios encubiertos, enviando en secreto asesores, equipos y fondos para apoyar a los periódicos y partidos de los países a los que les interesara. Cuando se reveló, a finales de la década de 1960, que recibían financiación encubierta de la CIA, la administración de Lyndon B. Johnson concluyó que dicha financiación debería cesar, recomendando el establecimiento de «un mecanismo público-privado» para financiar abiertamente las actividades en el extranjero. Y en 1983, nació la Fundación para la Democracia (NED).

Si revisamos la página web de esta organización, notaremos que los países a los hoy llegan sus subvenciones resultan de importancia geoestratégica para Estados Unidos o se encuentran inmersos en algún proceso social, político o económico importante. Incluso, ellos mismos admiten que, «de vez en cuando, el Congreso ha proporcionado créditos especiales al Fondo, para llevar a cabo iniciativas democráticas específicas en países de especial interés, incluidos Polonia, Chile, Nicaragua, Europa del Este, Sudáfrica, Birmania, China, Tíbet, Corea del Norte y los Balcanes… Se han otorgado fondos especiales para países con poblaciones musulmanas sustanciales en el Medio Oriente, África y Asia».

El bloguero y escritor estadounidense Max Blumenthal ha publicado que «La NED (National Endowment Democracy, en español, Fundación Nacional para la Democracia) es un agente líder del poder blando de Estados Unidos que se ha metido en asuntos de otros países desde su fundación en el apogeo de la Guerra Fría en 1983 (…)». En uno de sus artículos cita a Allen Weinstein, fundador de la NED, en 1991: «Mucho de lo que hacemos hoy fue hecho ­encubiertamente hace 25 años por la CIA».

(Tomado de Granma)