La política #cubana de Donald Trump está condenada al fracaso
Por Salim Lamrani (*)
Université de La Réunion
Desde su llegada a la Casa Blanca, las relaciones entre Cuba y Estados Unidos se han deteriorado a causa de la decisión de Donald Trump de aplicar otra vez una política basada en la hostilidad.
En junio de 2017, el Presidente de Estados Unidos Donald Trump anunció un cambio total de la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba. Mientras que su predecesor Barack Obama tomó la medida del fracaso de la estrategia estadounidense hacia la isla durante más de medio siglo e inició un proceso de acercamiento con La Habana, el actual inquilino de la Casa Blanca anunció que aplicaría una línea dura con Cuba.
Barack Obama restableció las relaciones diplomáticas y abrió una embajada en 2015, 54 años después de la ruptura unilateral por parte de Washington en enero de 1961. Sin permitir a los turistas ordinarios estadounidenses que viajaran a Cuba, Washington abrió sin embargo la posibilidad a doce categorías de viajeros de ir a la isla y permitió los vuelos directos entre ambos países. Ese nuevo panorama había permitido a muchos ciudadanos estadounidenses visitar Cuba por primera vez. Así, el número de visitantes estadounidenses en la isla pasó de 91.254 personas en 2014 a 161.233 en 2015 y 284.552 en 2016 , para alcanzar la cifra récord de 619.523 en 2017.
Contra todo pronóstico, el 29 de septiembre de 2017, el secretario de Estado Rex W. Tillerson anunció que Washington reducía al mínimo a su personal diplomático por razones de seguridad. Washington señaló misteriosos problemas de salud debidos a “ataques sónicos” que habrían afectado a una veintena de miembros de la Embajada de Estados Unidos en La Habana entre diciembre de 2016 y agosto de 2017. El Departamento de Estado reconoció que los “investigadores no habían podido determinar quién era responsable de esos ataques y cuáles eran las causas”.
Además de reducir drásticamente su personal diplomático, la administración Trump decidió sancionar a La Habana expulsando a 17 miembros de la Embajada de Cuba de Washington, incluyendo a todo el equipo de la Oficina de Asuntos Económicos y Comerciales. No obstante, Estados Unidos subrayó la plena cooperación de las autoridades sobre este asunto: “Cuba nos ha indicado que seguirá investigando estos ataques y nosotros seguiremos cooperando”.
Por su parte las autoridades cubanas, mediante la voz del canciller Bruno Rodríguez, lamentaron la falta de colaboración y transparencia por parte de Estados Unidos en este caso. En efecto, Washington se negó a proporcionar a La Habana los elementos de investigación a su disposición. Los investigadores cubanos no pudieron entrevistar a ninguna de las personas afectadas por ese mal misterioso y los nombres se mantuvieron secretos.
Peter Kornbluh, Director del Proyecto de Documentación sobre Cuba del Archivo de Seguridad Nacional de Washington, reveló la razón probable de este rechazo: “Un número muy importante de las personas afectadas eran miembros de la estación de la CIA en Cuba”. Ahora bien, Estados Unidos nunca admitirá la presencia de elementos de la CIA en Cuba o en cualquier otro país por el carácter clandestino e ilegal de sus actividades.
Al mismo tiempo Washington decidió clasificar a Cuba en la categoría de los países peligrosos por lo que se refiere a los viajes. Sin embargo el Departamento de Estado reconoció que ninguno de los 620.000 ciudadanos estadounidenses que visitaron la isla en 2017 fue víctima de ataque sónico alguno: “No tenemos ninguna información según la cual ciudadanos de Estados Unidos hubieran sido afectados”.
A causa de la reducción drástica de los funcionarios de la representación diplomática estadounidense en La Habana, el consulado no puede asegurar sus misiones. Así, los cubanos que desean viajan a Estados Unidos en el marco de un proyecto migratorio, un viaje profesional, una estancia familiar, u otro, ahora tienen que pasar obligatoriamente por el consulado de Estados Unidos en… Bogotá, Colombia. Además, Estados Unidos se encuentra de facto en la imposibilidad de respetar los acuerdos migratorios firmados en 1994 con La Habana, en los cuales se compromete a otorgar al menos 20.000 visados anuales. En efecto, la inmensa mayoría de los candidatos a la emigración no tienen los recursos para pagar el costoso viaje a Colombia, sobre todo que no hay ninguna garantía que reciban un respuesta favorable a su solicitud de visa.
Al volver a una política basada en la hostilidad hacia Cuba, la administración Trump pone término a los progresos observados durante la presidencia de Barack Obama y se aferra a una estrategia anacrónica. Ésta se halla condenada al fracaso y ha aislado a Estados Unidos en la escena internacional, como lo ilustra el último voto de noviembre de 2017 de la Asamblea General de las Naciones Unidas cuando 191 países condenaron por el vigesimosexto año consecutivo las sanciones económicas impuestas a Cuba. Del mismo modo, Washington se opone a la voluntad mayoritaria de los ciudadanos de Estados Unidos que aspiran a normalizar las relaciones con Cuba y poder viajar a la isla como turistas, sin obstáculo alguno, cosa proscrita por Washington desde hace más de medio siglo. Por su parte, Cuba siempre ha declarado su disposición a tener lazos cordiales y pacíficos con Washington basados en la igualdad soberana, la reciprocidad y la no injerencia en los asuntos internos. (Pensando Américas)
(*) Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba, ¡palabra a la defensa!, Hondarribia, Editorial Hiru, 2016. Es colaborador de Pensando Américas.