La maldición cubana en la política de los EEUU
Por Víctor C. Martínez
Mucho se ha escrito acerca de los costos para políticos norteamericanos que se asocien, defiendan o apliquen una política que favorezca las relaciones de los EEUU con Cuba. Sin embargo, poco se ha dicho de la “maldición cubana” para aquellos que con más vehemencia defienden la política de aislamiento, sanciones y amenazas que ha practicado los EEUU contra Cuba.
Esta maldición, podría decirse, se convierte en un destino obligado para aquellos defensores de cambio de régimen en Cuba quienes se ven forzados a renunciar por corrupción o por faltar a la ética, sin que la corrupción o la ausencia de ética estén vinculadas con su relación con Cuba. Baste mencionar seis casos, que podrían multiplicarse por diez si tuviéramos más espacio.
Robert Torricelli, Representante y posteriormente Senador de los EEUU, se hacía llamar a sí mismo, el “creador del embargo moderno contra Cuba”, para resumir su papel en Ley de la Democracia Cubana que terminó denominada vulgarmente con su apellido (Ley Torricelli). Esta recrudeció las sanciones contra Cuba. Bueno, el Robert Torricelli, debió renunciar a su cargo como Senador, por recibir regalos inapropiados de un donante. El donante no regalaba productos cubanos, ni trabajaba para el Gobierno de Cuba.
El Senador Mel Martínez, nacido en Cuba, quien siempre apoyó el bloqueo de los EEUU contra Cuba, inesperadamente renunció en 2009 a su cargo en el Senado por recibir donaciones ilegales desde Puerto Rico. Su salida no tuvo que ver con Cuba.
Unos meses después, también inesperadamente, Lincoln Díaz Balart, ex Congresista de la Florida de origen cubano, renunció a su cargo porque solicitó beneficios y un empleo para su esposa a una empresa militar a cambio de favores en el Congreso para que contrataran la producción de un sofisticado equipo de dicha empresa. Lincoln fue durante su estancia en el Congreso uno de los principales defensores de las sanciones y política de bloqueo contra Cuba. La empresa militar no era cubana.
Newt Gingrich, el poderoso presidente del Congreso de los EEUU y líder del llamado “Contrato con América”, la oleada neoconservadora de los 90, tras acusar al Presidente Clinton por falta de ética dada sus relaciones extramaritales, resultó que el mismo las tenía y debió renunciar a su escaño. Gingrich es todavía un fuerte defensor del bloqueo a Cuba, que utilizó en su campaña electoral de 2012 buscando votos en Miami. La novia de Gingrich, no era cubana.
Tom Delay, líder de la bancada republicana entre 2003 y 2005, siempre tuvo una posición contraria a las relaciones con Cuba y detuvo los proyectos de ley que se encaminaban a modificar el bloqueo contra la gran isla del Caribe. Dealy, conocido como “el martillo”, fue acusado penalmente por un jurado de Texas por conspirar para violar leyes de financiamiento de campañas y renunció a su escaño. El jurado de Texas no estaba integrado por militantes del Partido Comunista de Cuba.
Dan Burton, el Congresista republicano que junto al Senador Jesse Helms lideró la conocida Ley Helms-Burton contra Cuba, había dicho que “nadie, independientemente, del partido que milite, o en al área del gobierno que represente, debe permitirse prácticas sexuales inapropiadas” en referencia a la situación que enfrentó el Presidente Clinton”. Posteriormente una revista publicó un artículo que detallaba un “affaire” que tuvo Burton del que nació un hijo. El propio Burton admitió que había tenido un hijo fuera de matrimonio y para cerrar su hoja de servicios éticos, contrajo matrimonio años después, con la enfermera que cuidó a su esposa mientras padecía de un cáncer del cual murió. Ninguna implicada era cubana.
Es tu hora Bob Menéndez. La hora Bob…de la maldición cubana.
Tomado de Cubadebate