La lucha social, la política y el futuro en Honduras

Mayo 27, 2019

Por: Ricardo Salgado Bonilla

Es muy difícil para el régimen golpista hondureño, esconder la enorme conflictividad social que existe en el país, ni controlar diversos frentes que se aproximan al punto de crisis. Los efectos del neoliberalismo impuesto a partir del Golpe de Estado, más la colombianización del país, ha ido erosionando la posibilidad de control del que gozaron por diez años, gracias al apoyo descarado de Estados Unidos, que mantiene a Honduras dentro de un “círculo vicioso” de sus “países sicarios”, al lado de Israel y la misma Colombia.

Recordemos que la “invasión” colombo-sionista se da en Honduras, a gran escala, a partir de 2009, justo después del Golpe, bajo la dictadura de Micheletti. A partir de ahí, comenzó la actividad paramilitar mezclada con el crimen organizado, en el que convergen el tráfico de drogas, el tráfico de personas y, por supuesto, el tráfico de armas. Ya en 2012, sucedían hechos sin explicación como la pérdida de lanzacohetes RPG de instalación militares, hecho que fue denunciado por Manuel Zelaya y escondido en la maraña de escándalos que suceden a diario.

No es casual la similitud que existe entre los métodos represivos utilizados contra los manifestantes hondureños y la violencia sionista contra el pueblo palestino. Estados Unidos no solo convirtió a Honduras en un Estado Paria, sino que lo utiliza como laboratorio experimental de técnicas de control social a gran escala. En ellas encontramos, además del clásico paramilitarismo, la manipulación masiva de la población a través de sofisticados métodos tecnológicos, como el Big Data. Recientemente, la BBC reveló el papel de desinformación cumplido por una empresa israelí en la manipulación de la opinión pública hondureña, contra el Partido LIBRE y contra el expresidente José Manuel Zelaya.

En este entorno ideológico y represivo, de terror y desinformación, el movimiento social hondureño sufrió duros golpes que lograron desarticular por un buen tiempo la lucha de reivindicación de diferentes sectores. Esto permitió, al régimen concentrar una campaña de distorsión de la verdad que proponía un enemigo único; el Partido LIBRE.  Su objetivo ha sido aislar de sus bases durante diez años. La campaña de desprestigio contra Mel Zelaya, no ha tenido pausa ni un minuto en esta década, de ahí surge, ahora como chiste la frase: “es culpa de Mel”.

Hoy, los movimientos sociales se encuentran fortalecidos, en parte gracias al debilitamiento acelerado del régimen a raíz de las contradicciones internas un produce la corrupción dentro del bipartidismo. Resulta que después de muchos años, todos los imputados con delitos de corrupción, absolutamente todos, pertenecen al Partido de gobierno, y los que van cayendo acusan a otros, “y las ratas, incapaces de analizar la coyuntura, comienzan a dejar el barco”.

Pero la lucha social coge nuevos bríos por la presión que sale de la insoportable carga de las medidas neoliberales, y la sumisión a los dictados del FMI. Hoy la lucha es contra la privatización de la salud y la educación, aunque la privatización de ambas inició hace mucho, y ahora, la lucha se centra en la defensa de los derechos laborales en ambos sectores. La explosión sucede tarde, ahora, defender todo implica necesariamente luchar por todo, no solo por la parte laboral, aceptar concesiones del régimen es, a todas luces, ingenuo y suicida. La lucha ahora o es nacional, o sufre una estrepitosa derrota.

Aquí viene un punto importante; ideológicamente, las bases y las dirigencias de los gremios magisteriales y médico, son clases privilegiadas en la sociedad. El impacto neoliberal ha llegado a amenazar esferas de la sociedad que no ven en el sistema mismo la raíz de los problemas. La acción del régimen contra ellos es política, pero ellos creen que su lucha no debe ser política, ahí radica su mayor debilidad, y la mayor vulnerabilidad frente al régimen.

Ahora no es momento de ver hacia la mesa de negociación con el régimen putrefacto, sino de ver hacia el todo de la sociedad y ampliar las fuentes de apoyo, incorporar otras Reivindicaciones: por la tierra, acceso a la energía eléctrica, por la recuperación de las tierras de pueblos originarios, contra el patriarcado, contra todas las formas de discriminación. Se trata de incorporar nuevas reivindicaciones, y, con ello, aumentar la masa crítica en lucha.

Fundamentalmente, se trata pasar de la lucha sectorial, a una lucha organizada contra el sistema; y eso implica una confrontación política que busque desmontar la colombianización, y que destruya las cadenas que mantienen a Honduras como “matón”  del imperio. Hemos llegado a un punto en el que las concesiones son incumplibles para el régimen, pero, sobre todo, inaceptable para todos los hondureños.

La incorporación de estudiantes de secundaria y universitarios aporta una extraordinaria fuerza adicional, que aporta organización, y además consciencia política. No en balde la represión más brutal de los últimos años se dio contra los estudiantes. Ahora, la lucha ya no puede ser solo de médicos y maestros. Las dirigencias gremiales, son rebasadas todos los días por sus bases, por lo que es posible que surja una luz que levante el perfil de esta batalla singular. Hoy todas las formas de lucha son determinantes, no es momento electoral, ni de caer en la tentación de aceptar migajas.

En este momento, hasta los desempleados podemos declararnos en huelga. Las bases del Partido LIBRE, deben incorporarse a acciones de protesta en todo el pais, aumentar el “fuego purificador”. En pocas palabras, la lucha hoy debe ir avanzando hacia la totalidad, y el objetivo uno solo: destruir el golpismo que hoy mantiene la dictadura.

Los procesos sociales no se pueden determinar por plazos, pero hay momentos únicos que abren puertas y ventanas a cambios gigantescos, ahora estamos frente a uno de esos momentos. Después de todo, vivimos en un país con 70% de pobreza, con una de las mayores desigualdades del mundo, y que se da “el lujo” de tener diez mil médicos desempleados, otros tantos miles de maestros, ingenieros, y miles más, eso es el neoliberalismo que debemos erradicar.

Hace unos días, hablando con el expresidente Zelaya, nos detuvimos un poco en las leyes de la dialéctica, llama nuestra atención el tránsito del cambio cuantitativo al cualitativo, y como hoy estamos en un proceso entre la posibilidad y la realidad, es evidente que hoy nos encontramos en el umbral hacia un momento de heroísmo colectivo; habrá que dar todo para cruzarlo.

En fin, ya lo escribió el Comandante Fidel Castro, hace casi diez años, refiriéndose a Honduras, “ahí se gesta una revolución”