Intervención 2: Nuevo orden Económico Internacional con Perspectiva de género

Ene 30, 2023

Intervención 2: Nuevo orden Económico Internacional con Perspectiva de género

Hip: Sobre 'Cómo podemos ganar el Nuevo Orden Económico Internacional' que buscar ser una discusión política de las acciones, campañas, conferencias y legislación que puede lograr el nuevo NOEI. Si no ha quedado ya establecido con mi primera intervención en este debate, lo aclaro ahora: Voy a ser en este encuentro la policía del género, y me voy a preocupar en insistir, y no me voy a ir de este lugar sin tener la certeza de que el Nuevo Orden Económico Internacional, incorpore la perspectiva de género. Y en particular, que se considere en ella el reconocimiento y la valorización económica de las labores de cuidado.

No basta con reconocer su existencia, o con agradecer a quienes las realizan sin ninguna retribución monetaria o económica. Hay que considerarla como la actividad económica que es. Es necesario al fin sacar las labores de cuidado de la intimidad del mundo de lo privado, a lo público. Porque no es un tema que pertenezca a lo privado. Las mujeres realizan estas labores al interior de los hogares, pero no solo están aportando a sus propias familias, sino que en realidad están sosteniendo el desarrollo económico mundial. El problema no es privado si del trabajo de unas pocas nos beneficiamos todos. El problema no es privado si sobre sus hombros se erige la economía global.

El problema entonces, es público. Y como tal, debe ser abordado.

El primer paso es el del reconocimiento, visibilización y cuantificación de las labores de cuidado. Para medir cuantitativamente el trabajo no remunerado, se requiere de técnicas de medición como las encuestas de uso del tiempo, que cuantifican el tiempo que la población activa de un país destina al trabajo no remunerado. El resultado de dichas encuestas se valoriza y consigna en cuentas satélite, que reflejan en cifras concretas el aporte de las actividades de cuidados a la economía. Finalmente, el aporte de las labores de cuidados es reflejado en el PIB ampliado de cada país.

Lamentablemente, no todos los países utilizan este método de cuantificación y valorización. E incluso, aquellos que lo hacen, utilizan sus propios criterios. Por ello es que abogamos hoy por una implementación transversal y estandarizada de las encuestas de tiempo y la valorización del tiempo destinado en las labores de cuidado en cuentas satélite. Si logramos la implementación con parámetros estandarizados, podremos avanzar en la valorización de las labores de cuidado en las cuentas satélites de forma uniforme y con directrices comunes que faciliten las comparaciones internacionales en torno al PIB ampliado de los Estados.

Personalmente, anuncio desde ya y me comprometo para este próximo marzo feminista, a la presentación de un Proyecto de Ley sobre “cuentas satélite” en mi país. Como un paso hacia la visibilización y reconocimiento, los invito compañeros y compañeras, a que se sumen a esta iniciativa y repliquen esta idea legislativa en todas las naciones. Sabemos que no es suficiente, pero es un paso indispensable en el reconocimiento y la visibilización que tanta falta hace respecto de las labores de cuidado.

Ahora bien, una vez que hemos otorgado visibilización a las labores de cuidado, es necesario ahora avanzar en la colectivización de esta problemática, y por ende, decidir la fórmula mediante la cual regulamos el aspecto social de la economía de los cuidados.

Al sacarla del ámbito de lo privado, ¿a quién se la entregamos? Algunas economistas feministas han planteado que podemos dejarla en manos del Mercado, a fin de que la valorice como una actividad económica privada y remunerada. Le ponemos entonces un precio, un valor monetario al aporte de las mujeres a la economía con las labores no remuneradas. O, como personalmente prefiero, se la entregamos al Estado, a fin de que financie un sistema nacional de cuidados, ya sea mediante la recaudación de impuestos generales, o reconociendo los cuidados como un derecho dentro de la seguridad social, estableciendo una fórmula de cotización por este ítem.

En particular, soy de quienes ven las labores de cuidado como un derecho. Así como existe el derecho a la salud, a la educación, y a las pensiones, creo que el derecho a ser cuidado debe ser tratado con la misma fórmula. En ciertas etapas de nuestras vidas, a ciertas edades y en determinados momentos somos por completo dependientes de alguien que nos cuide. No se trata de un lujo o una opción. Se trata de un verdadero derecho de la seguridad social. Por ello es que me quiero aventurar a proponer la fórmula de la cotización directa como medio de financiamiento de un sistema nacional de cuidados.

Como parte del plan de Seguridad Social, el Estado podrá financiar un sistema nacional de cuidados que releve el rol de las personas cuidadoras en la sociedad, fomentando su capacitación y empleo formal, consolidando un Registro de Personas Cuidadoras, y considerando cuestiones como el pago subsidiario de pensiones de alimentos impagas y la posterior persecución directa al deudor por parte del Estado, y muchas otras cosas que vendrían a aliviar la sobrecarga actual que se llevan quienes realizan las labores de cuidado al interior de los hogares, corrigiendo con ello los enormes desequilibrios que el actual sistema económico imperante genera en las labores de cuidado no remuneradas al interior de los hogares y las familias, e impulsando economías locales bajo una perspectiva feminista y de justicia económica.

Es urgente avanzar hacia el reconocimiento, la valorización y la protección de quienes realizan cuidados domésticos no remunerados, a fin de cambiar el paradigma y alcanzar una verdadera sociedad de cuidados, con Estados activos que garanticen, articulen, regulen y fiscalicen las políticas integrales de esta materia. El Nuevo Orden Económico Internacional debe, incorporando la perspectiva de género, incluir necesariamente vías de visibilización y colectivización de las actividades de cuidado no remuneradas.

El Nuevo Orden Económico Internacional, el desarrollo económico del mal llamado tercer mundo, y el futuro, será feminista, o no será