Imperio decadente

Ago 24, 2022

Imperio decadente. 

Por: Randy Alonso Falcón

Ningún imperio es para siempre. Lo mostró la poderosa Roma. Perdió su casi incontestable dominio entre guerras, declinación económica, corrupción, inmoralidades, y declinó hasta la decadencia.

Así de decrépita anda también la Roma moderna. Contestada en lo militar, zozobrante en lo económico, degradada en lo social, enana en lo moral. Más peligrosa entonces en su proyección hacia el mundo.

La pose imperial de «bravucón global» de Washington se ha ido desinflando por continuas guerras a través del mundo coronadas por el fracaso. La salida a lo Saigón desde Afganistán, tras 20 años de contienda, es la mejor imagen del descalabro gradual de la mayor potencia militar que ha conocida la historia. Su imposibilidad real de detener a Rusia en la guerra en Ucrania y de poder alcanzar los desarrollos de esta en ciertos campos de la tecnología militar, es otro.

Pese a enormes presiones, Estados Unidos y sus aliados europeos, no han podido arrastrar a China, India, México, Brasil, Indonesia, Irán, Turquía y buena parte del mundo a su guerra de sanciones comerciales contra Rusia.

Ni siquiera puede imponer sus designios en el otrora «traspatio». La Cumbre de las Américas mostró que no pocos gobiernos latinoamericanos y caribeños plantan cara frente a los intentos de imposición y garrote de Washington. Y que la primera economía mundial no puede siquiera competir con China en ofrecimientos económicos a la región. Mucho menos en estos tiempos de crisis y de récords de inflación en cuatro décadas.

Para el historiador Alfred McCoy, el declive del imperio en esta fase comenzó con la invasión a Irak en 2003. Según él, China sobrepasará la influencia económica y militar de Estados Unidos en el mundo para el año 2030.

La preocupación de los estrategas del imperio crece. Dos asesores del Pentágono lo han expresado claramente en un reciente artículo: «Estados Unidos y sus aliados se encuentran en un atolladero estratégico. Sacudidos a lo largo del espectro completo de la guerra híbrida por adversarios similares, cercanos y no estatales, son desafiados en todos los dominios del conflicto contemporáneo. La invasión de Rusia a Ucrania puso patas arriba el ya amenazado orden liberal basado en reglas y rebajó las expectativas sobre los límites de comportamiento dentro de los cuales los estados podrían actuar. El ascenso sin precedentes de China como rival económico, tecnológico y militar ha catalizado un cambio tectónico en el equilibrio de poder mundial. El resurgimiento de la alineación chino-rusa complica aún más la situación estratégica de Occidente.»

Así lo acaba de reafirmar la recién concluida Cumbre de la OTAN, donde las potencias occidentales anatemizan a China y Rusia, y tratan de mostrar músculos bajo la sombrilla de las miles de armas nucleares estadounidenses.

Más, ninguna potencia militar mantiene su poderío hegemónico sin una una intensa capacidad de producción, tecnología y poder económico para salvaguardar este poder.

El casino financiero se está agotando

La economía de burbuja financiera con la que han dominado y esquilmado al mundo en las últimas décadas va mostrando señales de su agotamiento. Tener la maquinita de imprimir dólares ya no es suficiente. A los Estados Unidos se les ha desgastado su poder económico y financiero por implementar políticas económicas irresponsables, dicen respetados analistas.

La enorme deuda pública de Estados Unidos es un fardo cada vez más pesado para la gran potencia. El inmenso déficit fiscal de esa nación ha sido financiado casi totalmente desde inicios de este siglo por prestamistas extranjeros, entre ellos de China, Rusia y otros países considerados enemigos por  Washington.

Como analiza el economista Nouriel Roubini (el gurú que predijo la crisis del 2008), «… un país que necesita pedir prestado entre $700

mil millones y $800 mil millones al extranjero al año para financiar su deuda externa no puede ser muy selectivo en las formas (acciones ordinarias más que en débito) en las que sus prestamistas y acreedores quieran financiar estos déficits. La primeraregla de buenos modales si uno es invitado es no escupir en el plato en el cual elanfitrión le da a uno de comer. Pero bajo este corrompido proteccionismo financiero, Estados Unidos cree que va a ordenar a otros países la manera y los términos cómo estos deben financiar su déficit de los gemelos. Esta actitud no será permitida por los acreedores por mucho tiempo más»

La Reserva Federal, con pérdidas históricas en sus activos de más de 13 veces del monto de su capital consolidado, se vio obligada a elevar las tasas de interés en tres cuartos de punto porcentual (0.75%) en un movimiento considerado agresivo, para enfrentar la inflación al rojo vivo que está plagando la economía, frustrando a los consumidores y sofocando a la administración Biden. Es el mayor aumento de tasas desde 1994 y afectará a millones de empresas y hogares estadounidenses, elevando el costo de los préstamos para viviendas, automóviles y otros préstamos, para forzar una desaceleración de la economía.

Y no habrá aterrizaje suave, advierten los expertos, que hablan incluso del riesgo de una tormenta estanflacionaria en ciernes.

Por aquí y por allá se dan muestras del sacudón que sufre el predominio económico de Estados Unidos, que tampoco ya pueden competir en ciertos campos con las monarquías árabes, financistas también de la deuda estadounidense. Para nota de ocasión, la pasada semana el principal responsable del PGA Tour de Golf, el antes símbolo de lo supremo en ese deporte de élite, salió a llorar penas porque no pueden competir con una nueva liga golfística respaldada por Arabia Saudita, que se ha hecho en las últimas semanas con estrellas como el español Sergio García o los estadounidense Dustin Johnson y Bryson DeChambeau. «Quiero ser claro, no soy ingenuo, si esta es una guerra y la única arma son los dólares, el PGA Tour, una institución americana, no puede competir con una monarquía que gasta millones en el intento de comprar el golf», dijo su comisionado Jay Monahan en una rueda de prensa en Cromwell, Connecticut, EE.UU.

Billetes podridos

La corrupción financiera hace olas en medio de la crisis y profundiza la descomposición del imperio. No son sólo las triquiñuelas de Trump para no pagar impuestos, en un país donde es leyenda que Al Capone fue a la cárcel no por notorio mafioso sino por evadir el fisco. La propia Reserva Federal ha estado minada de escándalos en los últimos años.

La credibilidad del banco central estadounidense está en riesgo por el comportamiento de algunos funcionarios que habrían puesto sus intereses personales por encima de los intereses de la economía que deben ayudar a conducir, coinciden varios analistas.

Cuando los países empezaban a anunciar cuarentenas obligatorias y el pánico crecía en los mercados financieros por las consecuencias económicas y la potencial crisis financiera que se venía por el Covid-19, Richard Clarida, el vicepresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, vendió casi cinco millones de dólares en acciones que ya venían perdiendo valor en la Bolsa de Valores de Nueva York. Como un “reequilibrio de cartera planificado” calificó en sus reportes la Reserva Federal sobre los movimientos bursátiles que cotidianamente tienen que reportar los altos oficiales del banco central estadounidense.

Clarida vendió sus acciones el 24 de febrero de 2020 cuando los mercados estaban a la baja para evitar perder más dinero sobre las acciones en medio de un contexto turbulento. Sin embargo, tres días después, el 27 de febrero de ese mismo año, volvió a comprar las mismas acciones cuando habían perdido aún más valor. Lo que más llamó la atención de los investigadores es que un día después, el 28 de febrero, Jerome Powell, director de la Reserva Federal, anunciaba que usaría las herramientas que estaban a su disposición para atenuar las consecuencias económicas que traía la pandemia y la reducción general en la demanda y el consumo.

El 26 de febrero de ese mismo año, oficiales de la Fed se reunieron para definir qué medidas macroeconómicas tomar para contrarrestar los efectos del Covid-19 en la economía, reunión en la que Clarida no estuvo, pero sobre la que después obtuvo reporte por una llamada que está registrada con uno de los asistentes. El 15 de marzo de 2020 la Reserva Federal redujo la tasa de interés de referencia al 0%, compró bonos del Tesoro y otros productos financieros con respaldo hipotecario que superaban los de 700.000 millones de dólares. Eventualmente, los mercados financieros se recuperaron y también las acciones que Clarida había comprado a precios muy bajos antes de que se tomaran las medidas anti choque.

Tras investigaciones, inicialmente reveladas por Bloomberg, y muchos cuestionamientos por parte de congresistas y otros expertos, Richard Clarida presentó su renuncia al presidente Joe Biden el lunes 10 de enero de 2022. Su mandato acababa el 31 de enero, pero adelantó su final dos semanas y salió del cargo el 14 de enero. Como Pedro por su casa.

Otros dos funcionarios del banco de bancos estadounidenses, Robert Kaplan, expresidente de la oficina regional de la Reserva Federal en Dallas y Eric Rosengren, expresidente de la oficina regional en Boston, también renunciaron por casos similares en septiembre de 2021.

De los casos Enron y Maddof a inicios de siglo al reciente episodio de fraude en los servicios de telemedicina, los timos financieros se han multiplicado. Y el papel de Estados Unidos en la corrupción y las opacidades financieras mundiales se ha disparado.

Como revelaron las llamados Pandora Papers, durante la última década, Dakota del Sur, Nevada, Alaska, Wyoming, Nevada y más de una decena de estados estadounidenses se convirtieron en paraísos fiscales líderes.

En 2020, 17 de las 20 jurisdicciones menos restrictivas del mundo para los trusts se ubicaban en estados estadounidenses, según un estudio universitario israelí citado en los Pandora Papers.

Secreto tributario, regímenes que permiten a empresas eludir el pago de impuestos, o a particulares evitar pagos durante una sucesión… estos estados compiten por atraer fondos, estadounidenses y extranjeros, destaca la extensa investigación periodística.

Delaware (estado por el cual Joe Biden fue senador durante 36 años) es el paraíso fiscal líder si se desea crear una sociedad anónima de responsabilidad limitada reúna actividades internacionales para no pagar impuestos. Allí se encuentran registradas más de 1,3 millones compañías, es decir, un número superior al de sus habitantes.

Y si los de arriba usan sofisticadas operaciones para hacerse de dineros, otros pillos se aprovechan también de las circunstancias. Un gigantesco fraude se extendió por todo el país en medio de la pandemia: hacer reclamos fraudulentos de desempleo pandémico, según mostró una reciente auditoría a las ayudas federales entregadas entre julio de 2020 a junio de 2021 para atenuar los impactos sociales de la parálisis provocada por la COVID-19.

Utilizaron bots o equipos de trabajadores de bajos salarios para completar formularios en línea y presentar falsas reclamaciones de desempleo en los 50 estados de los Estados Unidos. Una colección internacional de estafadores recaudró miles de millones en fondos de alivio del desempleo pandémico para cometer lo que los fiscales estadounidenses dicen que podría ser la mayor ola de fraude en la historia de los Estados Unidos.

La Oficina del Inspector General de los EE. UU. estima alrededor de 87 mil millones de dólares en reclamaciones fraudulentas; algunos expertos piensan que las pérdidas podrían ser de cientos de miles de millones.

Sólo en Illinois, los estafadores se robaron más de la mitad del dinero pagado por el estado de un fondo especial de desempleo pandémico que asecendía a 3.6 mil millones de dólares. Casi 2 mil millones de dólares de dinero federal que se suponía ayudarían a los habitantes de Illinois sin trabajo fueron a parar a manos de estafadores que presentaron más de 212 000 reclamos fraudulentos de desempleo.

La «democracia» corrupta

La corrupción política llega a niveles de escándalo para la que se autonombra la «mayor democracia del mundo». El Congreso es como una gran casa de apuestas, en donde los curules los ocupan mayormente aquellos que más billetes logran reclutar entre los generosos y bien interesados lobbistas y Grupos de Acción Política. El especialista en política económica Thomas Ferguson apunta que: “…los partidos del Congreso de Estados Unidos ahora le ponen precio a puestos vacantes que son claves en el proceso de creación de las leyes”

Así es la feria de favores en el resto de los puestos electivos.

Según el último informe anual de Transparencia Internacional, emitido en enero de 2022, Estados Unidos tiene el peor nivel de corrupción en casi una década. Su deterioro, en parte, es resultado de un desplome en la confianza sobre su sistema electoral generado no sólo por desinformación, sino por la inversión de montos sin precedente de dinero cuyas fuentes no son divulgadas.

Lo que en cualquier otro país sería considerada una actividad corrupta por definición, es práctica común en Estados Unidos donde se inyectan sumas astronómicas de dinero privado en las elecciones nacionales, estatales y locales, todo de manera legal. Los donantes no tienen que ser identificados y pueden evadir límites en contribuciones mediante varias maniobras.

La elección federal –presidencia y legislatura– de 2020 fue la más cara hasta la fecha, llegando a un total de casi 14 mil millones, más del doble del ciclo anterior en 2016, según la organización especializada Open Secrets. Y la tendencia es a crecer. El año pasado, 20 multimillonarios aportaron un total de 2.3 mil millones, cifra que es el doble de lo que gastó la campaña electoral de Biden.

Un ejemplo del funcionamiento «ejemplar» de la gran democracia que el poder económico puede comprar es el de Gary Cohn, ex presidente de Goldman Sachs, quien se convirtió en el principal asesor económico de Trump. Al salir de Goldman, la empresa le dio un total de $285 millones; $123 millones en forma de efectivo y acciones que sólo podría cobrar si dejaba la empresa para trabajar en el gobierno.

Mientras cobraba ese cheque de $285 millones, Gary Cohn ayudó a reescribir las leyes tributarias del país, avanzó los cambios a través del Congreso y básicamente le devolvió a Goldman Sachs su dinero, y unos pocos miles de millones de dólares de más.

Por eso, poco importa que el país se despedace o que enlute a cada vez más familias por los tiroteos masivos. Nada puede ir contra la tenencia de armas. Para eso están los generosos aportes a los legisladores por parte de Asociación Nacional del Rifle y otros grupos de defensa de las armas.

«Cada día 30 personas son asesinadas por alguien que usa un arma. Y si se añaden los suicidios y las muertes accidentales, la cifra sube a 100 personas cada día. Y todos sabemos lo terrible que son estos tiroteos masivos. Parece que son semanales, las trágicas vidas que se pierden en estos tiroteos masivos y en estos tiroteos individuales cada día.», dijo el Representante demócrata, Mike Thompson en una reciente sesión del Congreso.

Por primera vez en 30 años, ese Congreso acaba de acordar una limitada legislación sobre las armas que incluye restricciones como la prohibición de las armas de asalto y la comprobación de antecedentes para todas las transacciones de armas en general. Es apenas un paso ante lo que exige una sociedad hastiada de violencia.

La mayoría de los 15 senadores conservadores que se han sumado, entre ellos el líder de la bancada republicana Mitch McConnell, lo han hecho porque este año no se presentan a elecciones en las que sus votantes podrían castigarlos. El tema de las armas sigue siendo una línea roja para la base electoral de muchos de esos legisladores.

Pero 33 senadores republicanos, casi todos bien financiados por la NRA, votaron en contra de la ley.

Ello ocurrió el mismo día que la Corte Suprema de Justicia decretó el derecho de portar armas en lugares públicos, amparándose en la llevada y traída Segunda Enmienda. Ahora los bares, restaurantes, metros y otros espacios públicos se llenarán de armas prestas a ser usadas. Dios los salve, comisario.

Hoy, 4 de julio, un tiroteo convirtió en luto los festejos del Día de la Independencia en Illinois. Ya nada parece seguro en la gran nación del norte.

Poco importa para los señores magistrados que las estadísticas indiquen que hoy hay más muertes de niños estadounidenses por homicidios que por enfermedades. O que una epidemia de uso de drogas como el fentanilo esté afectando los destinos de millones de personas y se haya convertido en la principal causa de muerte entre los estadounidenses más jóvenes. Las imágenes de gente zombi en las calles de Filadelfia o Nueva York parecen escenas de un mundo futurista dominado por gente sin cerebro.

En 2020 murieron 93.000 estadounidenses por sobredosis de opiáceos, un 30% más que el anterior.

Como apuntaba en un reciente artículo el columnista de La Jornada David Brooks: «…entre 60 y 70% del país apoya el derecho al aborto, así como las mayorías respaldan una reforma migratoria, control de armas, acceso universal servicios de salud, derechos laborales, medidas para combatir el cambio climático y la desigualdad económica y más. Pero como se demostró de nuevo la semana pasada, la voluntad del pueblo no es lo que impera en este “faro de la democracia”»