¿Impera en Estados Unidos una democracia?

Ene 10, 2018

Por David Freyre (*)

No se asombre, es tal como lo lee, en Estados Unidos no hay una democracia plena… o al menos eso es lo que considera la Unidad de Inteligencia Económica del semanario británico The Economist.

Este semanario realiza anualmente un análisis de los países basándose en datos obtenidos a través de sondeos globales. Los principales aspectos a medir para este “índice de democracias” son el proceso electoral y pluralismo, el funcionamiento del gobierno, la participación política, la cultura política y los derechos civiles.

No es necesario mucho análisis cuando se está al tanto de los bajos niveles de confianza que genera el gobierno norteamericano. Eso, y las recientes elecciones de 2016 dieron al traste para proyectar un sistema que está plagado de shows mediáticos y manipulaciones del mundo según sus concepciones.

Hasta hace algunos años, dudar que el tan alabado sistema estadunidense tuviese sus crisis de legitimidad y credibilidad era una ofensa intrínseca a la libertad que tanto ponderan a nivel mundial, pero lo cierto es que la globalización no es simplemente neoliberal, sino que la interconexión del mundo, la instantaneidad y la apertura del conocimiento a las masas hacen que sean más difícil control y monopolizar la información.

Emergido de la Guerra Fría como “el salvador de la humanidad”, el sistema paradigmático que siempre fue cuestionado, está ahora en  dudas por los grandes medios. Es lógico que si tu país pasa de ser un referente mundial al gendarme odiado, y de tener presidentes diestros en política a presentadores de televisión, la confianza no tienda a crecer. Sin embargo, el análisis no es tan simple como esto.

Según el centro de investigaciones Pew Research Center, la erosión en el funcionamiento y participación desde del “pueblo” en las decisiones en el gobierno ha sido tal, que con un máximo del 77% en la década de 1960, en 2015 descendieron hasta una apreciación de un 19%, y continúan en caída libre.

El sistema electoral sufrió un duro golpe, cuando con casi 2,9 millones de votos populares, Hillary Clinton perdió la presidencia. Esto no es nuevo, anteriormente había sucedido con otros tres presidentes, Hayes en 1876, Harrison 1886, y Bush en el año 2000. Parece que la fórmula de más de 200 años sí es un poco vieja después de todo para el país.

La fe en los partidos se va escurriendo poco a poco como gotas de condensación en el duro hielo de Washington. Incluso el mensaje del actual presidente, Donald Trump, durante su campaña estuvo cargado de sentimiento antipolítico y antielitista.
 
El deseo de la gran mayoría estadunidense de ser representados, escuchados y tomados en serio, crean una fuerza de presión que aún no encuentra cohesión, pero comienza a resquebrajar los mecanismos del famoso bipartidismo que ha dominado la escena norteamericana y continúa sin dar respuesta a los conflictos de las clases no representadas en estos gobiernos.

Un índice que lleva a los Estados Unidos por debajo de otros 20 países –casi en su totalidad europeos– y que nos hace preguntarnos si esto es una democracia con fallas, como apunta este estudio, o una democracia realmente después de todo.

Muchos se escandalizarían por comparar a los griegos con nuestro vecino… Sin embargo, la propia etimología de la palabra nos dice que representa el poder en manos del pueblo, si fuese así en realidad, por qué vemos cada día cómo luchan millones de personas. Nada, parece que en este mundo si no eres rico, explotador y desarrollado, no puedes comprar un escaño más alto en esta lista; y si no puedes reprimir lo suficiente como para que el mundo lo ignore, lo sentimos, tendremos que publicar tus fallas. (Pensando Américas)

(*) Periodista colaborador de Pensando Américas)