#HuracanIrma, la enfermedad de un sistema económico despiadado

Por Edwin Sanchez
Nicaragua sostiene que el Acuerdo de París es insuficiente para frenar el alza de temperatura a 2°C
I
Irma, un huracán de dimensiones bíblicas, desplegó en vivo el acumulado de investigaciones, datos y valores perturbadores descubiertos por los científicos, cuyas voces claman en el desierto.
Es, pues, una advertencia a la ínfima minoría de la humanidad, esa que nunca aparece en las listas de damnificados, de evacuados, de desamparados, mucho menos que la contemos entre las víctimas fatales. Sin embargo, no podría evadir sus altos grados centígrados de responsabilidad en esa estela de desgracias, que en el mejor de los casos, produjo éxodos nunca vistos en Miami.
La calculada indolencia de la codicia organizada es una pujante fábrica de calamidades.
Cuando las multitudes se ubicaron en los albergues y fueron cerrados tiendas y negocios en Florida, como se haría en cualquier otra parte, se decretaron toques de queda. Aun así, los antisociales perturbaron el orden, rompieron escaparates y puertas e invadieron algunas casas para cometer sus fechorías.
Por violentar la propiedad privada, muchos cayeron presos. Y pagarán por lo que hicieron. Así es la ley… sobre la superficie terrestre.
De la misma forma que los propietarios hacen todo lo que pueden para proteger sus intereses, Alguien, allá arriba, también extendió no una sino varias barreras de seguridad que nos resguardaran de los rayos nocivos del Sol como de cualquier cuerpo celeste que amenazara a los vivientes.
Es saludable, por lo tanto, preguntar ¿qué pasa con los que han desordenado la atmósfera? ¿Son más inocentes los saqueadores de la capa de ozono en la estratósfera que los que hoy están en las cárceles por sus pecados de tierra firme? ¿Qué autoridad impedirá, con ese mismo celo con el que se defienden los bienes particulares, salvaguardar de los intrusos los invaluables activos que Dios comparte con el género humano para hacer posible la existencia en nuestro planeta?
El Creador proveyó al cielo de gases naturales como las nubes producidas por el agua; óxido de nitrógeno, dióxido de carbono, metano. Cuando un despiadado sistema económico invade y altera con sus emanaciones industriales la esfera azul, todo lo que respira y se mueve, sufre.
II
El 24 Octubre 2016, el Boletín sobre los gases de efecto invernadero que publica anualmente la Organización Meteorológica Mundial (OMM), expuso: “En 2015 la concentración atmosférica media mundial de dióxido de carbono en la atmósfera alcanzó por primera vez el umbral simbólico y, a la vez, significativo de 400 partes por millón, y se disparó de nuevo en 2016, alcanzando nuevos récords como consecuencia del episodio de El Niño de gran intensidad”. Este fenómeno meteorológico, al calentar los océanos, convierte las aguas en el combustible que abastece de mayor fortaleza a los huracanes.
Un saqueador en Texas o Miami puede perjudicar a algunos dueños, que además tienen sus propiedades aseguradas, pero los que trastornan los aires con los gases de Efecto Invernadero incidieron en el “aumento incesante que alimenta el cambio climático y hará del planeta un lugar más peligroso e inhóspito para las generaciones futuras” (Informe de 2015, OMM). La población mundial no cuenta con un seguro que la indemnice.
“Entre 1990 y 2015 el forzamiento radiativo –que provoca un efecto de calentamiento del clima– experimentó un incremento del 37% a causa de los gases de efecto invernadero de larga duración, tales como el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O), resultantes de las actividades industriales, agrícolas y domésticas”, alertó el organismo.
Nicaragua sostiene que el Acuerdo de París es insuficiente para frenar el alza de temperatura a 2°C.
“Cualquiera que crea que el calentamiento global no existe debe ser ciego o estúpido”, expresó con ironía Stevie Wonder, en un concierto para los afectados de Irma y Harvey.
III
Irma, de acuerdo a los especialistas, contaba con todo el poder de la mitad de las bombas que ocasionaron mortandades durante la Segunda Guerra Mundial. Era el más extraordinario de los formados en el Atlántico, al punto que sus medidas devastaron la Escala Saffir-Simpson.
Las familias cristianas, entonces, invocaron al Santo de Israel, no a las Siete Potencias Africanas del sincretismo caribeño. La contestación a las oraciones las podemos leer así en la prensa:
“Se suponía que el huracán Irma, una inmensa y monstruosa tormenta que rompió récords en su camino a Florida, iba a causar una gran catástrofe en esta región de Estados Unidos habitada por unas 20 millones de personas.
“No vi el daño que pensé que vería”, dijo el gobernador de Florida, Rick Scott, tras un sobrevuelo por los Cayos (AFP).
“Wall Street: Irma no fue tan cruel como se temía”, fue uno de los encabezados periodísticos. Los miedos en la bolsa fueron superados en menos de 24 horas, reportándose “fuertes alzas y un nuevo récord” (EFE).
Según la analista del grupo JPMorgan, Sarah DeWitt, se esperaba que “Irma fuera uno de los cinco huracanes que mayores daños causara en la historia de Estados Unidos”.
Empero, “las pérdidas podrían estar en línea o ser menores de lo que esperaba el mercado”.
Aunque el futuro, desde la perspectiva de los hombres, proyecta un sombrío “cono de incertidumbre” –igual al que los meteorólogos perfilan sus modelos sobre el posible rumbo fatídico de un huracán– debemos saber que Agur, el profeta, despeja las penumbras: “Probada es toda Palabra de Dios: Él es escudo para los que en Él se refugian” (Proverbios 30:5).
Pero no todos confían en el Altísimo. La BBC refleja con su titular a los hombres de poca fe de este tiempo: “Cómo Cuba y 3 golpes de suerte salvaron a Florida…”.
Si el monstruo oceánico hubiese enrumbado sobre las aguas cálidas del Golfo de México, paralelo a la costa oeste de la península, Florida habría entrado en la antesala del fin del mundo.
Jesús reprendió la tormenta en el Mar de Galilea. Lo hace hoy, aunque sean mega ciclones tropicales o las inclemencias de alguna enfermedad; tribulaciones o borrascas personales que pueden alcanzar la Categoría 5 en la Escala de lo Imposible.
Los discípulos en la barca, admirados, preguntaron: “¿Quién es Este que aun los vientos y el mar le obedecen?”.
En una época de logotipos, cuando cualquier mortal reclama sus “derechos de autor”, hay que darle crédito al Autor de la Vida. Es lo menos que podemos hacer.
No fue “la suerte”. Eso ni como Marca Registrada ® existe. (PensandoAméricas-La Voz del Sandinismo, de Nicaragua)