Eliminar las bases militares norteamericanas en América Latina y el Caribe
Por María Josefina Arce
Las últimas acciones de Estados Unidos enrarecen aún más sus relaciones con América Latina, una región que ha mirado siempre como su patio trasero. Al decreto del presidente Barack Obama contra Venezuela que la califica como amenaza, se suma ahora el incremento de la presencia militar norteamericana en el área.
En los últimos días Washington creó una unidad especial en Honduras para supuestas “misiones de colaboración” en la región, que contará con 250 marines, helicópteros y un catamarán de alta velocidad.
Los nuevos efectivos se sumaron a los 500 que Estados Unidos mantiene de manera permanente en la base de Palmerola, situada a 86 kilómetros de Tegucigalpa, la capital.
Analistas políticos recordaron que esta instalación militar es clave para los intereses de Estados Unidos en ese país y en la región, siendo protagonista del golpe de Estado contra el presidente constitucional Manuel Zelaya en 2009.
Recordemos que desde Palmerola abastecía Washington a los contra nicaragüenses en su empeño por derrocar al gobierno sandinista de Daniel Ortega, en la década del 80 del siglo pasado, al tiempo que desde allí se instrumentaron acciones contra la guerrilla salvadoreña.
La decisión norteamericana de ampliar su presencia militar desconoce que América Latina y el Caribe fue declarada zona de paz en enero de 2014 en la Segunda Cumbre de la CELAC, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
De ahí que UNASUR, Unión de Naciones Suramericanas, promoverá en la Cumbre de las Américas, que tendrá lugar en Panamá a finales de esta semana, la discusión sobre el retiro de las bases militares estadounidenses en el área.
Al respecto, el secretario general de UNASUR, Ernesto Samper, expresó su inquietud por la multiplicación de bases en el continente y propuso su eliminación definitiva para replantear las siempre conflictivas relaciones entre Estados Unidos y los países de la región.
Una investigación de la periodista argentina Telma Luzzani, publicada hace tres años, identificó más de 30 Sitios de Operaciones de Avanzada en por lo menos 17 países de la región.
De acuerdo con el estudio, se trata de enclaves pequeños en las que rigen las leyes estadounidenses. Operan en red y son utilizadas para recolectar datos, proteger oleoductos, vigilar flujos migratorios y realizar vigilancia política.
Además de apoyar golpes de Estado como los que hubo contra el presidente Hugo Chávez en Venezuela o Rafael Correa en Ecuador, algunas de estas instalaciones funcionan como centros de detención y tortura como la base que mantiene ilegalmente Estados Unidos en la Bahía de Guantánamo, en contra de la voluntad del pueblo cubano.
Sin dudas, un cambio en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina y el Caribe pasa obligatoriamente por la eliminación de las bases militares que constituyen una amenaza a la paz y seguridad de la zona, pues como bien afirmara en cierta ocasión el líder histórico de la revolución cubana, Fidel Castro, el único propósito de Estados Unidos con esos enclaves es poner América Latina al alcance de sus tropas en cuestión de horas.
Tomado de Radio Habana Cuba