El mestizaje gastronómico y la diversidad culinaria en América Latina
El proceso de mestizaje cultural que se suscitó en los pueblos de América desde la conquista, inició un largo proceso de transculturización y cambio de modelos en nuestra alimentación a lo largo y ancho del continente, un mismo hecho que nos unió como naciones y nos volvió susceptibles a diversas transformaciones.
Los españoles le abrieron la puerta a una serie de influencias y de incorporación de elementos a la dieta de los aborígenes, este es un proceso bastante interesante, ya que se trata de cómo los españoles, en miras de replicar y mantener sus costumbres alimentarias, trajeron consigo infinidad de nuevas plantas, especias, animales y preparaciones que hasta el momento eran ajenas y desconocidas en el nuevo mundo.
La etapa siguiente de esta evolución es cómo los colonizadores se encontraron con las condiciones agroecológicas de estas tierras y se dieron cuenta cómo nuevas cepas de sus plantas y frutas crecían en un suelo y aguas diferentes a las suyas.
En este choque de culturas no sólo se empezaron a diversificar las razas, sino también los modelos de alimentación, se inició un intercambio que nos definiría como pueblos y sentaría las bases de lo que hoy conocemos como gastronomía latinoamericana.
Si bien todos los países de América Latina tenemos ese mismo punto de partida, el proceso se desarrolló de forma particular en cada lugar. Allí es donde subyace la riqueza cultural de nuestra comida, porque no todos nuestros pueblos tienen el mismo clima, ni los mismos suelos. Sin embargo, nos unen cuatro principales alimentos: la yuca, el maíz, la papa, y en menor escala el plátano.
Estos cuatro ingredientes básicos de la dieta latinoamericana se encuentran desplegados en todo el continente, y en algunos países tienen cuantiosas variaciones y usos. Un ejemplo de esto es el maíz, que sólamente en el Perú tiene 55 razas geográficas y 300 variaciones.
Es así el asunto cuando viajamos gastronómicamente a lo largo de los países latinoamericanos y nos encontramos con el maíz en forma de Arepa, Tortilla, Pupusa o Atol, la papa en sopas, purés, cremas y ensaladas, la yuca en forma de casabe, galletas, dulces y aglutinantes. Finalmente, pero no menos importante, el plátano, que aunque no se cultiva en los países de climas más fríos, existe en diversas formas como el Maduro, Verde o Maqueño como es denominado en Ecuador.
Retomando la idea inicial, como países colonizados y desde nuestro surgimiento como naciones, hemos tenido una serie de procesos migratorios que han seguido enriqueciendo nuestra mesa, incorporando ingredientes extranjeros que en la mayoría de los casos hemos hecho nuestros y que ya no nos resultan ajenos. Basta con desglosar los ingredientes de nuestros platos típicos para darnos cuenta de que somos una mezcla de elementos locales, indígenas, africanos y europeos, y que a lo largo de nuestra historia, hemos adoptado a otras culturas de Asia y el Medio Oriente.
La riqueza cultural de América Latina a nivel gastronómico es menospreciada muy comúnmente incluso entre nosotros mismos, que a veces por falta de tiempo o practicidad, preferimos comer una hamburguesa o un “hot dog” (perro caliente), en vez de tomarnos el tiempo de saborear un trozo de nuestra historia en cualquiera de nuestras delicias culinarias.
Tomado de Telesur