Cumbre en La Habana, injerencias de Washington

Jun 10, 2016

10 junio 2016

Por  Angel Guerra Cabrera  

 A su clásico Los jacobinos negros: Toussaint Louverture y la revolución de Haití (1938), el historiador trinitario C.L.R. James añadió, después del triunfo de la Revolución Cubana, el capítulo “De Toussaint Louverture a Fidel Castro”.  Allí afirma que Cuba es el país “más caribeño del Caribe”. Caribeño para él es universal.

Podría añadirse que la revolución liderada por Fidel ha hecho cuanto ha estado a su alcance por la cooperación solidaria con los pueblos y Estados del Caribe, especialmente con los pequeños Estados insulares y con Haití, precursor de la independencia de América Latina con su revolución antiesclavista.

Cuba abrazó la propuesta del CARICOM (Comunidad del Caribe) de constituir la Asociación de Estados del Caribe (AEC), cuya primera cumbre se celebró en Puerto España, Trinidad y Tobago, en 1995. La AEC incluye a 25 países independientes como Estados miembros. A los 14 integrantes del CARICOM suma a Cuba, R. Dominicana, México, los Estados centroamericanos, Colombia y Venezuela; y como miembros asociados, a varios territorios bajo dominio europeo como Guadalupe, Martinica, Aruba, Curazao y Sint Maarten e Islas Turcas y Caicos; a todo ese conjunto se le denomina Gran Caribe. Francia y los Países Bajos también tienen la condición de miembros asociados en representación de territorios bajo su jurisdicción.

La AEC acaba de celebrar su VII Cumbre en La Habana, donde ha mostrado realizaciones concretas y una proyección clara de trabajo a futuro. Existen ya un Consejo de Ministros, que presidirá Cuba durante 2016, así como Comités Especiales sobre una serie de temas como el turismo, el transporte aéreo y marítimo, el comercio, el enfrentamiento al cambio climático y a los desastres -con especial atención a los pequeños Estados insulares, la educación y la cultura, así como el Fondo Especial y la gestión de donaciones.

Sobre varios de ellos existen diagnósticos y, en todos, programas de trabajo con evaluaciones periódicas e informes a los miembros por la secretaría general. Este órgano ha adquirido una gran importancia y a su trabajo le dio un gran impulso en su mandato el diplomático e historiador colombiano Alfonso Múnera Cavadía, sucedido en la VII Cumbre por June Sooner, experimentada diplomática de Santa Lucía.

Es imposible pensar en términos de unidad e integración de América Latina y el Caribe sin tomar en cuenta esta subregión y comunidad humana y geopolítica en gestación, a la que la unen, a lo largo de los siglos, la historia, la cultura y comunes opresores y explotadores.

No es fortuito que el CARICOM reclame una compensación a las potencias involucradas por los daños que ocasionó a sus pueblos la abominable trata negrera y la esclavitud, una de las fuentes principales de la acumulación originaria capitalista. Vale la pena consultar la información sobre el saldo y proyección de la AEC, incluyendo el medular discurso inaugural del presidente Raúl Castro en la Cumbre.

Raúl subrayó los propósitos que animaron al organismo desde su fundación: “unirnos en defensa de nuestra identidad, acervo cultural e intereses comunes, fortalecer la concertación política y la cooperación, e impulsar el desarrollo sostenible y la integración de nuestros pueblos”. Alertó sobre la contraofensiva imperialista y oligárquica contra los gobiernos populares y progresistas latino-caribeños que amenaza la paz, la estabilidad y la unidad en nuestra América y persigue acabar los avances sociales que beneficiaron a millones y reiteró la “firme e incondicional” solidaridad con el presidente Nicolás Maduro y la Revolución Bolivariana y con la presidenta Dilma Rousseff en su lucha contra el golpismo. Condenó el intento “inaceptable” del secretario general de la OEA de aplicar a Caracas la Carta Democrática Interamericana y reiteró enfáticamente que Cuba “jamás” volvería a ese organismo, instrumento de dominación imperialista.

Hizo un llamado al diálogo y la concertación en la aplicación de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada en la Cumbre de CELAC en La Habana por todos los presidentes de la región.

La cumbre respaldó el diálogo entre gobierno y oposición en Venezuela para favorecer la estabilidad política y la recuperación económica y revalidó el apoyo a la mencionada proclama, cuya observancia, creo, sería el vehículo idóneo para desactivar el golpismo, si Estados Unidos y compañía cesaran sus dañinas intromisiones.

 

(De Cubadebate)