Cuba, o la ignorancia crapulosa

Mar 31, 2016

31 de marzo, 2016  
 
Por: David Bustamante Segovia

Aún en pleno siglo XXI, cuando ya Estados Unidos no puede tapar el cielo con la mano resulta difícil que la crápula de la ignorancia del ciudadano común no sorprenda a quienes conocen la historia de Cuba y también sus logros tras 60 años de opresión a manos de un embargo impuesto arbitrariamente en el marco del Derecho internacional (Carta de las Naciones Unidas).

No se trata de un conocimiento que dependa de la apreciación del intérprete o de un historiador y tampoco de una opinión. Se trata de hechos representados en cifras y tasas. Cuba ostenta los índices de educación y de alfabetización más altos entre los países desarrollados, según la Unesco, y el 0% de desnutrición, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), mientras Colombia el 18% (Venezuela el 5%). También es el único pueblo de América Latina con la más baja tasa de mortalidad infantil y donde el narcotráfico no existe. ¿Qué, qué? Sí, señores. Entérense.

¿De qué valen la educación, la salud, la comida y la paz social sin libertades tales como la de prensa o el desplazamiento a otros países? sostienen algunos, seguros de sus críticas. Sinceramente no sé cuáles sean las prioridades de estos “críticos” o cómo prefieren el mundo, pero creo, sin temor a equivocarme, que aún si ambas cosas fueran ciertas preferiría no ver RCN y Caracol ni salir de Colombia mientras hago un peregrinaje de extremo a extremo al amparo afable e inequívoco de un óptimo estado de salud o hacer ejercicio de mis facultades naturales investido de un título profesional que me declare apto para ello sin que mi capacidad económica haya obstado en el proceso. ¿O prefiere el ciudadano común poder ver RCN y Caracol desempleado y sin educación, o enfermo de muerte, o muerto de hambre? ¿O cree también que un embargo comercial es como un mosquito en el antebrazo cuya molestia se resuelve con el chasquido de los dedos?

Entre la indignación y el desprecio y el mal de risa que provocan simultáneamente estos “críticos” vale la pena aclarar, so pena de que la ignorancia se transforme en una enfermedad terminal, quizá no del cuerpo pero sí del cerebro o su intelecto, que un embargo comercial (consagrado en la Ley Helms Burton de 1996) prohíbe a los estadounidenses hacer negocios con o en Cuba y asimismo a las compañías no estadounidenses. Se priva al país embargado de obtener productos o bienes y servicios y materiales de transporte, infraestructura y tecnología a través de relaciones comerciales con los países del mundo. ¿No es eso una dictadura?

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el embargo le ha costado a Cuba una suma superior a los 117 mil millones de dólares desde cuando entró en vigor en 1962 y más de 833.755 millones de dólares si se considera la depreciación del dólar desde entonces. En virtud del embargo, Cuba no puede importar medicamentos ni recibir la tecnología que la industria química necesita para elaborarlos o los productos agrícolas cuyo clima propicio no existe en la isla. El embargo califica como un acto de «genocidio» según la Convención de Ginebra de 1949 y como un acto de «guerra económica» según la Declaración del Derecho de Guerra Marítima de 1909, como también lo sostuvo en octubre del año pasado el representante permanente de Naciones Unidas en Cuba, Bruno Rodríguez, ante la Asamblea General de la ONU (en dicha fecha reunida a los fines de poner fin al embargo votando unánimemente en su contra a excepción de Estados Unidos e Israel).

La Ley Helms Burton promulgada por el Congreso de Estados Unidos estipula que “el embargo debe permanecer vigente en tanto Cuba no establezca un gobierno democrático”. ¿Democrático? Pregunto: ¿Qué de democrático o soberano tiene que un país extranjero intervenga en los asuntos internos de otro violando el Derecho internacional contenido en una Carta de las Naciones Unidas que él como Estado miembro de la ONU suscribió y prometió respetar? ¿Qué país del mundo viola la soberanía de otro en razón de una discrepancia con su sistema de gobierno? ¿Hemos visto a Corea del Norte o a China o a Irán haciendo lo mismo contra quienes no comparten su visión política del mundo? Solo «the land of the free and the home of the brave» hace eso.

El espíritu de las leyes cubanas

MIGRACIÓN

El embargo impuso la necesidad de establecer prioridades y asimismo las restricciones que las hicieran valer. La fuga de cerebros, de talentos o «migración altamente calificada» (MAC) es para Cuba lo que la «fuga de capitales» es para el resto del mundo. La fuga de «capital intelectual» constituye la fuga de «capital financiero» de Cuba. Dependiendo únicamente del talento para producir todo aquello que el embargo le impide obtener, se ve en la lamentable necesidad de retener profesionales de envergadura (educadores, médicos y científicos en general). Gracias a ello, sin embargo, hoy es el pueblo más educado de la Tierra (supera a Escandinavia –Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia e Islandia– en inversión en educación).

Contrario a lo que proclama la arrogancia que caracteriza al grueso mayoritario de ignorantes (en especial a las clases cubana miamense y anexionista colombiana) Cuba sobresale en el cumplimiento de los derechos humanos (económicos, sociales y culturales). Educarse o tratarse en Cuba no depende, como en Colombia, de la capacidad económica del individuo sino de la sola realidad de ser un ser humano. Mientras en Cuba los derechos humanos constituyen una garantía del Estado, en Colombia son un privilegio.

Ningún otro pueblo de América y gran parte del mundo conoce y estima más a sus héroes nacionales que el pueblo cubano. Una muestra de ello apareció la semana pasada en las redes sociales cuando una federada cubana presente en el discurso del presidente Barack Obama fue entrevistada y, con el corazón en la mano y la voz quebrada, habló distinguidamente del poeta y ensayista José Martí (apodado el «Apóstol» de la revolución). En Colombia sabemos quién es Mickey Mouse y cuál es la última fotografía de Kim Kardashian mientras ignoramos quiénes fueron para Colombia Francisco de Miranda o Jorge Eliécer Gaitán y renegamos de nuestro premio nobel de Literatura, pues vivimos abrazados con un adobo sacrificial de embrutecida responsabilidad a la enajenación cultural que la política de consumo estadounidense imparte. Tampoco el hambre y la sed de nuestros niños nos alarman porque no vivimos bajo un régimen comunista y, resulta que quienes viven bajo ese régimen (Cuba) o uno similar (Ecuador, Bolivia) no presentan nuestros problemas y tampoco los de Estados Unidos (racismo, enfermedad, narcotráfico).

LIBERTAD DE PRENSA

La libertad de expresión consiste (artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas) en la posibilidad de publicar o expresar libremente información u opinión sin ser amonestado en el proceso o como consecuencia de ello. En el marco de esta definición podríamos decir que la libertad de prensa no existe en Colombia tras la centena y media de periodistas asesinados a manos de la persecución política del Estado desde 1977 hasta el presente, según la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) y los ciento cinco líderes sociales asesinados solamente en el 2015, según el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac). De Cuba, en cambio, no se conoce una sola ejecución extrajudicial desde la Presidencia de la Revolución cubana en 1959 (como sí durante la dictadura militar de Fulgencio Batista con el auspicio de Estados Unidos).

El gobierno cubano justifica su restricción a la libertad de prensa en una razón que no les vendría mal a RCN y Caracol (o CNN) practicar: impedir que los medios de comunicación masiva sean empleados contra la soberanía del país o para la difusión de información manipulada o no veraz. Aún, la restricción no nació de un arrebato de la revolución sino tras la desinformación que padeció Cuba a voz de la radio pirata estadounidense Swan durante la década del 60 una vez triunfara aquella. A los fines de establecer control de la opinión pública Estados Unidos se dedicó a decir que Fidel Alejandro y su Ejército Rebelde estarían implantando un sistema de gobierno que conduciría a la represión y el hambre y de ahí el puñado de emigrantes cubanos a Miami (EE.UU.) que en Cuba no pudieron estar presentes para hacerse testigos de la mentira. Se trató, empero, de la clase acomodada, es decir, de una clase social que tras décadas de privilegios siente la igualdad social como una opresión.

Fue así cómo apareció –no de la nada ni sin justificación– la Ley 88 del Código Penal que castiga el empleo del periodismo con propósitos iguales o semejantes a los de la radio pirata Swan o de la Ley Helms Burton de 1996.

El cinismo

Un embargo «económico», «comercial» y «financiero» es, literalmente, una tentativa de genocidio por la cual Estados Unidos jamás ha sido enjuiciado ni lo será nunca. ¿Qué tiene entonces de «histórico» (como lo calificó el diario nacional El Tiempo) la visita de Barack Obama a Cuba cuando todavía sobrevive un embargo que, eso sí, Estados Unidos puede suprimir de la noche a la mañana con el chasquido de los dedos? Barack aún está por demostrarle al pueblo de Cuba a quien le expresó su cariño y también al mundo al que vive prometiéndoselo que su voluntad de suprimir el embargo es tan real como la resistencia y la reciedumbre de carácter de ese pequeño pueblo en medio del Atlántico que en el siglo XX logró lo imposible: resistir.

Una opción ejercida por Fidel Alejandro en representación de la moral del pueblo cubano ha fungido de ejemplo para los países doblegados ante el Consenso de Washington que han entregado su soberanía en el marco de conductas serviles propias de un colonizado (¿Puerto Rico y Colombia?). Me refiero a no haber cambiado (Fidel) un solo cheque de los que Tío Sam (EE.UU.) le enviara por el uso de la base militar estadunidense en la Bahía de Guantánamo establecida también arbitrariamente en el marco del Derecho internacional (Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados; Tratado cubano-estadounidense). Esto lo ha hecho Estados Unidos para quedar bien con la opinión internacional (ONU): «Les enviamos el pago por el uso de Guantánamo. Si se rehúsan a aceptarlo es asunto suyo, no de nosotros. Cumplimos con hacer los pagos; es Fidel quien no quiere que ese dinero pase como beneficio a su pueblo, que gracias a él muere de hambre, pues esas son las garantías del comunismo: hambruna y miseria».

¿Acaso no son esas las garantías (o pretensiones) de un embargo económico, comercial y financiero como tentativa de genocidio a un pueblo que se negó a ser su esclavo; el esclavo que solo pudo ser durante la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1959) con el patrocinio de una potencia que ha apoyado (cuando no financiado) cada una de las dictaduras de América Latina? También con el colmo del cinismo reniegan de presos políticos en Cuba y otras naciones como si la base militar de la Bahía de Guantánamo fuera una sede de la Cruz Roja y no un centro penitenciario objeto de múltiples denuncias de tortura sobre los prisioneros de guerra del Medio Oriente.

(Tomado de Semana)