Cuba cumplió con el pueblo colombiano

Ago 25, 2016

 

Por Patricio Montesinos

Con la firma en La Habana  este 24 de agosto del  acuerdo final para poner término al prolongado conflicto colombiano, Cuba reafirmó  su reconocida vocación de paz, solidaridad y  justicia,  y cumplió con el pueblo de esa nación latinoamericana, con la modestia y humildad que le caracterizan.

La mayor de las Antillas demostró una vez más que únicamente a través del dialogo puede conseguirse frenar la beligerancia y convivir  en  concordia, en momentos en que la  humanidad  enfrenta diversas  guerras  sangrientas,  y vive amenazada  por el estallido de una eventual y muy peligrosa conflagración internacional.

El pacto conclusivo  para el inicio de la paz en Colombia se logró luego de cuatro años  de intensas  y complejas negociaciones  en La Habana entre delegaciones  del gobierno de  ese país y de los guerrilleros de las FARC-EP, quienes tras comprometerse  a  acabar con más de  50  años  de hostilidades militares  agradecieron especialmente a Cuba  por  los inmensos esfuerzos realizados y su hospitalidad, además de a  los representantes de Noruega, Venezuela y Chile, que actuaron como garantes y acompañantes de las conversaciones.

Los cubanos cumplieron con su hermana nación colombiana, y también con el Papa Francisco, quien durante su última visita a la isla  caribeña  el  pasado año  le auguró que se convertiría en el país de  la unidad  y  la armonía a nivel  internacional,  coincidieron y recordaron analistas políticos.

Los  expertos concordaron  asimismo  en que el decano archipiélago antillano consumó la  promesa hecha  por su presidente Raúl Castro en la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) celebrada en La Habana en enero de 2014, cuando declaró  Zona de Paz  a la región que  se extiende desde el sur del Río Bravo hasta la Patagonia.

Corresponde ahora a los colombianos, a  la CELAC y a otras organizaciones  integracionistas  de Nuestra  América,  al igual que a las Naciones Unidas y a los gobiernos de la región respaldar la puesta en vigor del pacto final  que acaban de suscribir las autoridades de Bogotá y las FARC-EP, un verdadero ejemplo para el mundo.

El documento rubricado por ambas partes, de 200 páginas y seis puntos  esenciales, debe ser  refrendado en un plebiscito anunciado en las últimas horas para el venidero  2  de octubre por el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.

En la citada  consulta popular  los habitantes de ese país de la Patria Grande deberán votar por el Sí a la paz, pero no se puede dejar de reconocer que hay formaciones políticas de extrema derecha empeñadas en que sea el No el que se imponga.

Afamados  mercaderes  de la guerra y del narcotráfico en Colombia, como  el  exmandatario  Álvaro Uribe y sus seguidores, apuestan por  la continuación  del  conflicto,  como  fuente de  enriquecimiento a costa de la sangre y la opresión de sus compatriotas.

De otro lado, Latinoamérica es escenario en la actualidad de una arremetida  de  la derecha más recalcitrante, poco interesada en que  la distensión y la estabilidad reinen en la Patria Grande, en beneficio de los intereses de los más poderosos y del Imperio del norte brutal y revuelto.

Esas realidades  pueden poner en riesgo la soñada y futura convivencia en  paz  de la mayoría  de los colombianos, que de seguro en las urnas sabrán derrocar a los que persisten en el lenguaje de las armas. (Pensando Américas)