Chile: Democracia y participación, obstáculos para los privilegios de una derecha antidemocrática
Por: Paul Walder
El convencional e historiador Jorge Baradit en un discurso de pocos minutos trazó un nítido perfil de las derechas, a las que ha podido conocer muy de cerca durante el trabajo de la Convención Constitucional. Baradit, que cita algunos pasajes de Infocracia, el último ensayo del coreano Byung Chul Han, nos revela la condición extrema de una derecha fascista, tribal, sectaria y profundamente antidemocrática. La democracia y la participación son un obstáculo para la permanencia de sus privilegios.
“Los fascismos tienen un manual. Como se trata de una conformación mental regresiva, tribal, que responde a pertenencias, a violencias de grupos contra otros, una defensa violenta de la tradición y lo propio -cerrados al otro- uno de los primeros pasos para cualquier argumentación es la identificación de un otro malvado que atenta contra la estructura de lo que amamos. Ese fascismo ha encontrado su otro en esta convención: los pueblos originarios. Se han cansado de insultarlos, desprestigiarlos, revictimizarlos”, dijo Baradit.
“El racismo que han desplegado ha sido brutal, penoso y vergonzoso. Al punto que muchas de las expresiones vertidas por la gente del rechazo rayan en el delito, en la mentira histórica y en lo que en el mundo se conoce como discursos de odio”.
Los convencionales de derecha son en su gran mayoría jóvenes transmisores de las viejas doctrinas refundacionales de la dictadura. Tenemos a las nuevas generaciones de la UDI, vitales y fundamentalistas como los jóvenes gremialistas del siglo pasado, algunos vinculados con la familia militar, representantes de la oligarquía, republicanos y neoliberales. Una aparente diversidad que tiene a la Constitución pinochetista como libro sagrado y el neoliberalismo como rito y doctrina.
La UDI fue creada por Jaime Guzmán, mentor de la constitución, que es el referente normativo al golpe de estado y las violaciones a los derechos humanos. Como dice el convencional Jaime Bassa, esa constitución y sus instituciones son el efecto de la experiencia traumática que tuvo la oligarquía al ver amenazados sus activos por la Unidad Popular.
No es una constitución basada en derechos, sino en intereses, que son también privilegios. La UDI y otros ultraderechistas que han hecho buenas carreras en RN y en la DC siguen anclados en una concepción maniqueísta que parece de la guerra fría. La constitución de Pinochet y la doctrina neoliberal es la piedra angular del muro que separa al mundo. Los buenos, los creyentes, los elegidos, y la gran amenaza, que son todos los otros desde migrantes, pobres, comunistas y pueblos originarios.
“El racismo que han desplegado ha sido brutal, penoso y vergonzoso. Al punto que muchas de las expresiones vertidas por la gente del rechazo rayan en el delito, en la mentira histórica y en lo que en el mundo se conoce como “discursos de odio”, dice Baradit.
Las derechas y amarillos de toda ralea, tal como Sebastián Piñera en octubre del 2019, han quedado pasmados con la revuelta popular y sus secuelas. Pero son incapaces de observar sus causas. Son dos mundos que convivieron mal durante gran parte de la historia de Chile y que esta vez se han estrellado.
La gran responsabilidad del proceso de deterioro del estado chileno es de la clase política y los consensos artificiales direccionados durante 30 años. Son las políticas limítrofes de la transición entregadas al extractivismo, las inmobiliarias y el sistema financiero que han tenido a la población como mano de obra mal pagada y endeudada. Explotada en el trabajo y en el consumo.
En este trance los medios de comunicación han sido cómplices. Han jugado un papel central no solo en la desinformación, sino en la construcción de una realidad distorsionada. Los medios corporativos y la televisión, cuya responsabilidad es aún mayor en la TV pública, es haber levantado una imagen falsa a la medida de la publicidad comercial, los auspicios corporativos con sus intereses y las narrativas políticas.
La referencia a un Chile que es solo una pantalla a la conveniencia de las elites pero solo ficción y perversión en los barrios y territorios que asambleas, desde hace décadas creaba malestar e irritación en gran parte de la población.
Lo que tenemos hoy en la Convención Constitucional es el Chile real de los territorios y los representantes de aquella visión sesgada y borrosa del país. Su posición minoritaria es una expresión del Chile que jamás pudieron y podrán ver.
“Al aprobar que Chile es un estado plurinacional, no estamos sino asumiendo una realidad evidente: Somos un país compuesto de diferentes naciones, pero todos chilenos“, dice Baradit. “Solicito a la bancada del rechazo que abandone su pulsión racista y acompañe un proceso que no se trata de más que ponerse al día con el resto del mundo, visibilizar a todos los grupos postergados: trabajadores, mujeres, pueblos originarios, discapacitados, etc“, señala el escritor.
Estamos entregándole derechos específicos a todos, finaliza.