#Che invicto
Por Adán Iglesias Toledo
Contaba el Che que cuando tenía once años, en 1939, se estaba jugando en Buenos Aires la VIII olimpiada mundial de ajedrez, que en ese tiempo se llamaba El torneo de las naciones y que hasta su pueblo Alta Gracia llegaban ecos de la fama de Capablanca. Al preguntar de dónde era el gran jugador, le dijeron que de Cuba. Y de allí nació su curiosidad por ese país.
Esa olimpiada tiene una connotación muy particular: por esos días se declaró la segunda guerra mundial y muchos de los participantes no pudieron regresar a sus países de origen. Entre ellos recordamos a Najdorf, Pilnik y Eliskases, que le dieron mucho renombre al ajedrez argentino.
Volviendo al Che, era tanta su preocupación por promover el ajedrez cubano que fue el principal impulsor de la masificación del juego y el creador del Capablanca in memorian, en el año 62, uno de los torneos más importantes que se juegan por estas latitudes.
Recibía a todos los ajedrecistas que llegaban a la isla y jugó con muchos de ellos. Después del primer torneo Capablanca in memorian, jugó en simultáneas con Najdorf, el ganador, y consiguió unas tablas algo tempranas. (Pensando Américas-CubaDebate)