Che Guevara, apóstol de los oprimidos

Oct 16, 2017

Por Salim Lamrani (*)

El cincuentenario del asesinato del Che en Bolivia el 9 de octubre de 1967 ofreció la ocasión de evocar la trayectoria del revolucionario cubano-argentino que dedicó su vida a defender a los humillados.
 

I.               El Che y la Revolución Cubana

¿Cuál fue el papel del Che Guevara en la Revolución Cubana?

El Che era uno de los principales dirigentes del Ejército Rebelde, después de Fidel Castro que era el líder indiscutible e indiscutido del Movimiento 26 de Julio y la figura más emblemática de la Revolución Cubana. Ocupaba el mismo rango que Raúl Castro, Camilo Cienfuegos, Ramiro Valdés y Juan Almeida, entre otros, pero era quien tenía la mayor afinidad intelectual con Fidel Castro.

Tenía una valentía extraordinaria, al límite de la temeridad, y sentía un desprecio soberano por el peligro. Su prestigio se extendió rápidamente entre las tropas combatientes y los simpatizantes del Movimiento en la isla. Se sabía que un argentino, con un acento raro, estaba combatiendo al lado de Fidel y su compromiso suscitaba la admiración del pueblo cubano. No era tan conocido en el mundo como Fidel Castro pero su rostro ya había aparecido reiteradas veces en la prensa internacional, particularmente estadounidense.

¿En qué circunstancias nombró Fidel Castro Comandante al Che?

Guevara fue el primero en ser nombrado Comandante, mucho antes que Raúl Castro, por sus cualidades excepcionales de combatiente, de estratega astuto y su don natural de liderazgo. El Che era argentino de nacimiento y decidió integrarse en el movimiento revolucionario cubano para liberar a Cuba de la dictadura militar de Fulgencio Batista, pero sobre todo de la tutela hegemónica de Estados Unidos. Tenía conciencia de que arriesgaba su vida cada instante, por los peligros de una guerra de guerrilla contra un enemigo numéricamente superior. Sobresalió rápidamente entre el grupo de 82 insurgentes demostrando una valentía a toda prueba. Cada vez que se presentaba una misión peligrosa era el primer voluntario. Naturalmente conquistó el corazón y el respeto de sus compañeros, admirados de ver a un extranjero arriesgar la vida por una patria que no era la suya.

      Fidel Castro discernió las virtudes extraordinarias del Che y decidió promoverlo al grado de comandante. El argentino se enteró de su promoción del siguiente modo: el 21 de julio de 1957, Fidel Castro encargó a su hermano Raúl la redacción de una carta a Frank País, líder del Movimiento 26 de Julio en la provincia de Santiago de Cuba, en nombre del grupo. Cuando puso el nombre el Che entre los firmantes, Raúl le preguntó a su hermano qué grado poner para el Che. La respuesta fue la siguiente: “Ponle comandante”.

  ¿El Che era médico o guerrillero?
 
Hay una anécdota muy reveladora sobre el estado anímico del Che. La expedición desde México hasta Cuba duró siete días y no cinco. En vez de llegar a Cuba el 30 de noviembre, el barco Granma tocó las costas cubanas el 2 de diciembre de 1956. En Santiago, ciudad al este de Cuba, ocurrió un levantamiento para celebrar y apoyar el desembarco. No obstante, el ejército, al tanto de la inminente llegada de los revolucionarios, esperaba el desembarco de la expedición. Por otra parte, además de la extenuante travesía, los guerrilleros desembarcaron en la zona pantanosa de Las Coloradas y el recorrido desde el barco hasta tierra firme fue un calvario.

 Además, apenas unos minutos después de su llegada, mientras se encontraban en un estado de agotamiento total, la aviación militar localizó a los insurrectos y los rodearon los soldados de la dictadura. La tropa tuvo que dispersarse. El Che, en esta vorágine, se encontró en posesión de dos mochilas, una con municiones y otra con medicamentos. Le era físicamente imposible cargar ambas mientras lo perseguía el ejército. Optó entonces por la mochila de municiones pues consideró que era revolucionario antes que médico.

¿Cómo se llamaba el batallón del Che?

 
 La columna del Che se creó con su ascenso a comandante. El único batallón existente era el de Fidel Castro y llevaba el nombre de “Columna 1”. Lógicamente habría tenido que llevar el nombre de “Columna 2”, pero para engañar al enemigo sobre el tamaño de las fuerzas revolucionarias, Fidel Castro decidió llamarla “Columna 4”.

 Luego el Che se encargó del “Pelotón Suicida”, que se componía de los combatientes más aguerridos y cuyo papel era llevar a cabo las misiones más peligrosas. Por la excesiva temeridad del Che, Fidel decidió confiarle la responsabilidad del grupo con la condición de que no participara en ese tipo de operaciones, concentrándose en las tareas estratégicas, tácticas y organizativas.

El líder de la Revolución Cubana sabía que el país necesitaría semejante cuadro y era vital preservarlo. En cada misión, uno o varios combatientes perdían la vida, de ahí el nombre de “Pelotón Suicida”. En su diario, el Che cuenta una situación insólita y recurrente: Cada vez que un miembro del Pelotón Suicida perdía la vida, se designaba a otro para sustituirlo. Y cada vez asistía a escenas en las que jóvenes combatientes lloraban, decepcionados por el hecho de no haber tenido el honor de integrarse al grupo y mostrar así su valentía.

 ¿Cómo trataba el Che a los prisioneros?

El Che era implacable con los violadores, los verdugos, los traidores y los asesinos, y la justicia revolucionaria era expeditiva. En cambio, era cuestión de honor para él preservar la vida de los prisioneros y curar a los heridos del campo enemigo. Había dos razones para ello. La primera era de orden moral y ético: la vida de un prisionero era sagrada y había que protegerla. La segunda era de orden político: mientras que el ejército batistiano llevaba una guerra sin cuartel, torturando y asesinando a los prisioneros de guerra, el Ejército Rebelde mostraba su diferencia con una conducta intachable.

Al inicio del proceso revolucionario ningún soldado se rendía pues todos estaban persuadidos de que serían ejecutados por los rebeldes. Al final de la guerra insurreccional los soldados de Batista, cuando se enteraron de la conducta noble de los alzados, se rendían en masa cuando se hallaban rodeados por los revolucionarios, pues sabían que salvarían la vida.

Una anécdota ilustra el comportamiento del Che al respecto: Después de un combate con el ejército, un rebelde remato a un soldado herido sin dejarle tiempo para que se rindiera. Ese rebelde había perdido a toda la familia tras un bombardeo. El Che se puso rojo de ira diciéndole que su conducta era indigna del Ejército Rebelde, que se debía preservar la vida de los soldados cuando era posible y que jamás se debía disparar sobre un herido. Al escuchar esas palabras, otro soldado, también herido, que se había escondido debajo de un árbol, se señaló gritando ¡“No disparen!”. Lo curaron los rebeldes y cada vez que aparecía un guerrillero, levantaba los brazos y gritaba «¡El Che dijo que no se mataba a los prisioneros!”
 

¿Cuál era la fama del Che?

El Che era un jefe con una autoridad natural y un gran prestigio, conquistado en el campo de batalla. Era muy exigente y tenía una firmeza a toda prueba, pero siempre predicaba con el ejemplo y no sólo con palabras. Era intransigente con los principios y odiaba el ventajismo y los privilegios. En las montañas de la Sierra Maestra, cuando un cocinero quiso buscarse los favores del Che llenándole el plato de comida más que el de los demás combatientes, suscitó la ira del Che, que le dijo de todo. Era igualitario y deseaba ser tratado como los demás compañeros. De esa actitud ejemplar nace su prestigio y la admiración del pueblo cubano por él. Era duro y seco, pero justo y recto.

 
¿Cuáles eran sus opiniones políticas cuando triunfó la Revolución el 1ro de enero de 1959?

El Che se definía como marxista-leninista. Ya tenía una formación teórica sólida antes de integrarse al movimiento revolucionario cubano. De su experiencia en Guatemala, descubrió hasta qué punto la hegemonía económica estadounidense estrangulaba a América Latina y constituía un obstáculo para todo proceso de transformación social. La situación cubana, donde los sectores estratégicos de la economía cubana se encontraban en manos de las multinacionales estadounidenses, le permitió tomar conciencia de que la lucha por la libertad, la igualdad y la justicia era también una lucha contra el imperialismo estadounidense. Estaba absolutamente convencido de que el Estado debía tomar el control de los recursos estratégicos del país, proceder a una amplia reforma agraria, diversificar la economía, multiplicar los socios comerciales para emanciparse de la dependencia del poderoso vecino, universalizar el acceso a la educación, la salud, la cultura, el deporte y brindar un apoyo indefectible a los pueblos en lucha por su dignidad.  (Pensando Américas)

(*) Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba, ¡palabra a la defensa!, Hondarribia, Editorial Hiru, 2016. Es colaborador de Pensando Américas)