Brasil sin medicinas para pacientes de COVID-19 y Bolsonaro celebra su cumpleaños por todo lo alto

Mar 22, 2021

Brasil, epicentro global de la pandemia del coronavirus, teme la falta de oxígeno y medicamentos en sus Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), que están al límite, mientras busca dar un empujón a la campaña de vacunación con la llegada este domingo del primer lote de dosis del programa internacional Covax.

Por su parte, el presidente Jair Bolsonaro, negacionista sobre el peligro del virus, celebró este domingo su 66 cumpleaños en Brasilia con cientos de sus seguidores, muchos de ellos sin mascarilla, y volvió a criticar las medidas sanitarias.

Los gobernadores regionales han alertado sobre la posibilidad de que ocurra un "colapso dentro del colapso" que ya vive el sistema público de salud, como consecuencia de la explosión de contagios que ha golpeado a todo el país al mismo tiempo.

¿El motivo? La escasez, detectada en algunas zonas de Brasil, de sustancias que se usan para los pacientes con cuadros graves de covid-19. Es lo que se conoce como el "kit de intubación", que incluye oxígeno, analgésicos, sedativos y bloqueadores neuromusculares, entre otros medicamentos.

El problema radica en la saturación cada vez mayor de los hospitales.

Las UCI de 25 de los 27 estados brasileños están con un índice de ocupación igual o superior al 80 % -en 15 estados ya están al 90 %-, lo que ha provocado que empiecen a escasear estos insumos médicos de vital importancia.

Brasil acumula hasta la fecha casi 12 millones de positivos y 295.000 muertes por covid-19, según datos oficiales.

En cinco días de esta semana sumó más de 2.400 fallecidos diarios asociados a la enfermedad y las previsiones no apuntan a una mejoría en el corto plazo, más bien lo contrario.

Esta semana, el Frente Nacional de Alcaldes, que agrupa a los dirigentes municipales brasileños, advirtió que en al menos 76 ciudades las reservas de oxígeno están cerca de agotarse.

La Fiscalía General alertó también al Ministerio de Salud de que los estados amazónicos de Acre y Rondonia, en el norte, pueden empezar a sufrir desabastecimiento a partir del miércoles de la semana entrante.

Ese temor se hizo realidad en enero pasado en el estado de Amazonas.

Allí se estima que al menos 50 personas murieron asfixiadas por falta oxígeno, según la Fiscalía, que abrió una investigación por la presunta "omisión" en esa crisis del ministro de Salud saliente, Eduardo Pazuello.

En otros puntos del país, con una mejor estructura sanitaria, a priori, también ha habido problemas con el suministro de oxígeno.

En Sao Paulo, la ciudad brasileña más golpeada en números absolutos, con casi 600.000 positivos y más de 20.000 muertes, una decena de pacientes fueron transferidos este fin de semana a otro hospital debido a un retraso en la entrega de cilindros de oxígeno por parte de la empresa responsable.

En la zona metropolitana de Porto Alegre, las autoridades notificaron la muerte de seis personas también por "problemas en la distribución de oxígeno".

En este marco, la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (Anvisa) tomó una serie de medidas para evitar males mayores, como eliminar burocracias para el registro, distribución e importación de estos medicamentos, y autorizar que se puedan rellenar cilindros industriales con gas medicinal.

En la misma línea, la Cancillería ha iniciado una ronda de contactos en el exterior para facilitar la compra de esos productos, según el diario 'O Estado de Sao Paulo'.

Mientras, el Ministerio de Salud sigue en proceso de transición desde que el lunes pasado el presidente Bolsonaro anunció a su cuarto ministro de Salud desde el inicio de la pandemia, el cardiólogo Marcelo Queiroga.

Sin embargo, Queiroga aún no ha asumido de forma oficial la cartera, en momentos en que el país rompe de forma consecutiva sus récords de muertes y contagios.

Además, la revista Crusoé publicó que el futuro ministro está imputado en una acción penal por un presunto "delito contra el patrimonio público" al dejar de recoger las contribuciones a la Seguridad Social de los empleados de una clínica privada que administró.

(Tomado de EFE)