¿Adónde va Donald Trump?

Por César Lévano (*)
El anuncio de Donald Trump, presidente electo de los Estados Unidos, de retirar a su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (ATP), resulta, apenas cerrada la cita y la euforia de APEC, un relámpago en un cielo sereno.
La terminante posición de Trump anula las ilusiones de un sector de los amos del mundo, las grandes corporaciones, y hace añicos las negociaciones secretas que durante cinco años trabajaron los partidarios del ATP (Estados Unidos, México, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur, Vietnam y, para vergüenza de Ollanta Humala, apasionado defensor del Tratado, el Perú.
Se viene ahora para el mundo entero una etapa de reflexión sobre las causas y las consecuencias de la medida expuesta por Trump.
En la edición de noviembre-diciembre de 2016 de Foreign Affairs, la notable revista estadounidense sobre relaciones internacionales, leo un artículo de Jefferson Cowie titulado The great White nope (El gran no de los blancos) que analiza el voto de los blancos pobres en las elecciones recientes en los Estados Unidos. Señala que los blancos pobres sufren menos de privaciones materiales directas que de los intangibles pero profundos problemas de “infelicidad, depresión y falta de esperanza”.
Eso podría explicar, sostiene el autor, por qué el lema de Trump “Hacer grande de nuevo a Estados Unidos” sonaba tan bien a muchos de ellos.
Luego precisa: “Un impresionante vuelco en la fortuna de los blancos pobres y de la clase obrera empezó en los años 70, a medida que la desindustrialización, la globalización y el crecimiento de la alta tecnología y sectores de servicios transformaron la economía del país. En las décadas siguientes, muchos empleos de obreros han desaparecido, los salarios se han estancado para los menos educados…”
En cuanto a las consecuencias, Trump ha disuelto con su anuncio un cúmulo de falsas ilusiones. Ha precisado que prefiere los acuerdos comerciales bilaterales. En la diplomacia general parece programar cambios espectaculares. Acaba de reunirse, en su rascacielos de Manhattan, con la congresista demócrata Tulsi Gabbard, quien es muy crítica de la política de Washington hacia Siria. Eso podría expresar que Trump no se inclina a las corporaciones que se enriquecen con la fabricación de armas y la guerra.
Nuestro ilustre colaborador Oswaldo de Rivero indica en esta edición que Trump se opone al TPP porque sería un desastre potencial para los Estados Unidos. De Rivero esclarece hasta qué punto el tratado nonato constituía una amenaza para el Perú. Sería peor que lo que ya tenemos en el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos: empresas que quieren imponer a nuestro país pagos por más de 2.000 millones de dólares. (Pensado Américas-Diario Uno, de Perú)
(*) Periodista y Director de Diario Uno